Capítulo 2:

1.9K 124 2
                                    

Por fin empezamos de nuevo los hábitos que tan de menos echaba. Como por ejemplo el poder ver a mi mini yo antes de ir a dormir y poder hablar con ella, creo que era una de las cosas que más me ilusionaban de volver a empezar el curso. Pero a ella había algo que la rondaba la cabeza, lo mejor era que no me hacía falta preguntar para saber de qué se trataba, pues a mí me pasaba lo mismo. El ambiente que se respiraba tampoco era demasiado bueno, muchos alumnos se habían quedado en sus casas durante el mayor tiempo posible, incluso algunos no tenían muy claro si volverían a pisar el castillo por el momento.

Pero el caso era que en parte los demás me importan menos, pero me aterrorizaba la idea de que le pudiera pasar algo a mi pequeña, no solo porque se pareciera extremadamente a mi si no porque ya la consideraba como una hermana. Era un bebé comparado conmigo, y eso que no era de las más pequeñas de su curso, pero siempre habíamos cuidado una de la otra. Sí, ella me ayudaba a seguir con los pies en la Tierra, a no volar por mis mundos empezando a pensar en todo lo que podría pasar si cualquier cosa se complica, ya sea en un día normal de clase o en una de las misiones que tenia de vez en cuando. Ella me ayudaba a todo eso sin siquiera darse cuenta, y era mi tuno de ayudarla, la conocía lo suficientemente bien para saber que esa misma sensación de soledad y de sentirse desprotegida sin su hermana mayor postiza, por lo que decidí desde la primera noche que vi que algo la atormentaba que pasaría más tiempo este año con ella.

Y toda esa promesa que me había hecho a mí misma empezaba por las noches, dormiría menos, sí, pero estaría más tiempo con ella. Eso me beneficiaría en muchos de los sentidos, pero algo que tampoco tuve en cuenta y ni siquiera había pensado era en las formas en las que me podría perjudicar. Mis ojos se abrieron en una de las clases de Snape, como uno de mis nuevos hábitos había entrado unos pocos minutos antes a la clase para poder hablar con mi profesor de pociones. Pero algo se sentía mal y raro a partes iguales, literalmente que mis ojos se abrieron pues vi algo al entrar que nunca me había imaginado.

-- ¿Emma? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? -- Me preguntaba Snape con su túnica negra habitual, pero le tenía muy cerca, tenía una mano puesta encima de mi hombro y yo no sentía ni parpadear, pude que no lo estuviera haciendo.

Mientras todo sucedía en el aula de pociones mis ojos y mi cuerpo parecían estar en otro lugar, n el baño del tercer piso. Allí estaba otra persona de la que no me quería separar este año, el hijo de los Malfoy. Parecía asustado, como nunca lo había visto, de verdad temía a algo, no quería ver, oír o hacer algo que todavía no había descubierto. La voz de Snape interrumpió mis pensamientos, porque no me gustaba decir que eran visiones ni nada parecido, "¿Qué es lo que estás viendo, Emma?" Le escuché que me preguntaba.

-- A Draco. -- Me salió decirle sin dudar ni un segundo. -- Está mal, tiene miedo de algo, está llorando en uno de los baños del castillo. -- Literalmente, estaba narrando todo lo que veía, pero sin yo pensar las palabras. -- Acaba de entrar Harry. Se están apuntando el uno al otro, ahora Draco acaba de lanzar el primer hechizo, casi da a Harry. Han roto las tuberías, hay agua por todas partes, se me están mojando los pies. -- Si no hubiera pensado todo el tiempo de que era no era real si no una cosa que no estaba pasando en ese momento, casi habría podido jurar que mis zapatos estaban mojados de verdad. -- Harry ha empezado a correr de un lado para otro, quiere huir de Draco, pero no irse del baño, Draco ha lanzado otro hechizo, sigue sin dar a Harry. Ahora Harry ha dado a Draco, está en el suelo, esta... -- Callé de un momento a otro, no sabía que era lo que había hecho Harry, pero Draco se estaba desangrando, no podía morir así, ¿o sí?

-- Emma, dime, sigue contándome, ¡que os quedéis fuera he dicho! -- Escuchaba como me decía y como regañaba a sus alumnos para que no pasaran al aula, le interesaba todo esto mucho más de lo que pensaba, y no sabía verdaderamente el por qué, aun así, seguí contándole.

Semi-Corazonada | Fred Weasley  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora