Año Seis | Capítulo 1 | Segunda Parte

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PRÓXIMAMENTE...

- Pero... ¿por qué me acababa de defender? Y encima ella, justo ella.

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- "Si no puedes saber de ti mejor pregunta a otros"

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- Y como no me dejáis aquí sola... ¿cierto? ¡¿Cierto?!

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- Su cara estaba empapada de sangre, pero era mucho más pequeña que la primera vez que la vio

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- Bueno, siento que las cosas están algo extrañas...

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- ¡No me puedes decir a mi lo que yo he hecho, lo que yo siento y ni siquiera lo que yo he visto! Es-es que... ¡no puedes!

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- Si hay algo que puedo hacer es esto... ayudar. Y que te quede claro que ni tu ni nadie me va a dejar de hacer algo que quiero.

De nuevo en el expreso. Por primera vez desde que se fue de Ilvermorny no estaba hecha un manojo de nervios, desde que acabó el Torneo siento que hay algo que no encaja en sus adentros. Ahora estaba en el andén, se acababa de despedir de sus padres, había estado todo el verano con ellos en la casa. De vez en cuando venía gente para ver cómo estaba, para ver si volvía a ser la misma.

Se sentó en uno de los vagones, al principio, pero solo durante un par de minutos estuvo sola. Luego empezaron a llegar los demás, llegaron Amaya, Adelina, Paula y Sofía. Y después más y más. El tren comenzó a moverse, con ese movimiento poco a poco acabó cayendo en un sueño, apoyada en el cristal y en la palma de su mano durmió.

Cuando se despertó había mucha más gente. Su prima, Harry y Ron estaban ahí. Javi, Héctor, Fred y George igual. No sabía por qué, pero quería salir, pero todo el mundo estaba por medio. Al llegar ella la primera tenía la "posición privilegiada", la ventanilla. Y llegar hasta el pasillo parecía una osadía en toda regla, como intentar llegar a la puerta de una fiesta, parece misión imposible.

- Eh! Pero si la bella durmiente ha vuelto a la vida - Escuchó decir a Javi.

- Hola... - Dijo vagamente levantando las cejas.

- ¿Qué tal? ¿La siesta bien no? - Siguió Héctor el cual había acabado a su lado.

- Pues sí, aquí hay mucha gente ¿no? - Empezó a desperezarse levantándose del asiento.

- Bueno sí que se nos está quedando pequeño el vagón en verdad. - Volvió a decir Héctor.

Después de una pequeña charla en la que ella no participó demasiado el vagón se despejando. El trío de oro se fue a uno apartado como los años atrás y sus compañeras de habitación también fueron cada una con sus amigos. Solo quedaron los cuatro chicos del principio, Héctor Fred Javi y George, y las 5 chicas (Amaya, Adelina, Paula, Sofía y ella). Aun así, seguía siendo demasiado para ella.

- Me-me tengo que ir... ahora vuelvo- Salió casi corriendo del vagón, pero una mano agarrando su brazo la detuvo unos segundos.

- ¿Todo bien? - Era Fred, estaba de pie y la miraba inquisitivamente.

- Sí, sí solo es que necesito algo de comer, no es nada - Le contestó con una sonrisa ni real ni fingida.

Y con la misma velocidad con la que se había levantado salió de allí, se convenció a si misma que solo era un poco de agobio que acababa de tener, pasar de casi no hablar con sus padres ni con nadie durante tres meses a estar en un mismo compartimento con 8 personas más.

Estuvo dando vueltas de un lado para otro, buscando a la señora que llevaba el carrito con la comida. Draco la saludó en uno de los pasillos con la sonrisa que poca gente le veía, una de verdad. Aun así, echaba de menos a Cedric, había ido a verle al hospital alguna que otra vez en el verano, a parte del shock que tenía, al parecer algo salió mal en el viaje de vuelta en el transportador. Todavía no sabían que le había pasado, si no recordaba nada porque él no quería hacerlo o por el shock o por si el viaje había sido demasiado brusco. Le estaban haciendo todo tipo de pruebas, pero de momento no sabía nada.

Después de que saliera a la luz la historia verdadera sobre lo que pasó en la última prueba del torneo, porque hubo muchas especulaciones, la gente seguía sin creerlo. Tanto que había a veces que la miraban con caras extrañas por los pasillos, por las calles o incluso algunos amigos de sus padres cuando venían a casa. No había pisado la madriguera ni había mandado ninguna lechuza, había estado los tres meses sola.

Cuando se dio por vencida de encontrar a la señora de la comida volvió al vagón, se habían ido los chicos y eso en parte la hizo sentir más cómoda y más refugiada. Ellas empezaron a charlar, y ella poco a poco se fue animando más. Fue participando más. Fue riendo más. Y fue volviendo a ser la de antes del torneo.

Llegaron a Hogwarts, los niños de primero y los que venían de intercambio como siempre se fueron a las barcas, mientras que los demás cogían las carrozas que les hacían el camino más ameno. Vieron como los chicos iban a coger una así que ellas corrieron para tirarse encima de ellos y quitarles el puesto. Hubo una pequeña batalla campal antes de que todos estuvieran listos para irse. Nadie se quedó en tierra por suerte.

Después de unos cuantos chistes por parte de los gemelos y que hicieran planes para alguna broma todos juntos, llegaron al castillo. Allí se separaron en las tres mesas que les correspondían. Se volvió a unir con Amaya, Adelina y Sofía, cada una venía casi de una punta del salón. Antes de que empezara el banquete, la selección de casas, el discurso del director y bla, bla, bla; ellas estuvieron hablando de variedad de cosas. Libros que hablan leído, chicos del verano, proyectos nuevos, chicos de Hogwarts, cosas del verano, chicos en general, viajes que habían hecho. Pero ella solo escuchaba y reía con las anécdotas y volvía a callar, no tenía nada, absolutamente nada que contar.

- ¿Y qué hay de ti, Emma? - Le preguntó Amaya cuando la vio tan callada.

- Bueno, mis padres decidieron que este verano no saldríamos a ningún lado. - Todas la miraron con cara interrogativa. - Por lo que pasó en el Torneo y eso... - Explicó al ver sus caras, ellas respondieron con un "aaah" común. - Y pues entonces he estado dibujando, haciendo deporte, practicando el movimiento de los hechizos y... ¡qué mierda de verano he tenido en verdad! - Dijo riendo causando la risa en las demás igual.

Como cada año, después de que el sombrero terminara de gritar los nombres dio comienzo el discurso de Dumbledore, pero alguien le interrumpió.

Semi-Corazonada | Fred Weasley  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora