Capítulo 3:

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Al final volví a caer en la misma trampa de siempre, al final acabé en la biblioteca donde había ido más de una vez para volver a ver la foto que tantos dolores de cabeza me había causado. Ahora que no tenía a nadie que me distrajera de aquella imagen no podía quitarla de mi cabeza, pero también hay que decir que ahora me sentía más preparada para saber más cosas sobre la historia que había detrás de la foto. Y eso era lo que quería descubrir en ese momento, para eso ahora había vuelto al mismo pasillo y a la misma sección donde lo había encontrado la primera vez.

No era como las otras veces, en las que había acabado allí casi sin quererlo, como si no pudiera hacer otra cosa que acabar allí por mucho que no quisiera. Pero ahora era yo la que había ido allí queriéndolo, sabiendo perfectamente lo que quería hacer allí y hasta donde quería llegar averiguando, incluso podía intuir lo que podría leer entre esas páginas. O eso era lo que quería pensar. Aun así, estaría mintiendo si dijera que estaba tranquila ante toda esa situación, más bien estaba temblando ante la gran puerta de entrada a la biblioteca.

Pude entrar por mi propio pie, y no salir corriendo en dirección contraria cómo había pensado en más de una ocasión. Al fin estaba delante de aquel enorme libro con el título de los Sagrados Veintiocho. Ojeaba las primeras hojas leyendo el contexto y el propósito que tenía el libro cuando lo escribió su autor. Solo pretendía reunir en un solo libro las familias más poderosas de todos los tiempos, y ahora era lo que me serviría para saber más sobre ella. Sobre mi madre, y por fin podría mirarla cómo hacía antes de verla fotografiada en el inicio del libro que acababa de abrir.

Leí la historia de las primeras familias consideradas más poderosas. Pero las prisas se me adelantaron y fui directamente a la página de la familia que indicaba era la de mi madre, lo que había leído en la explicación de la foto. "Fotografía de la representación de los Sagrados Veintiocho de 1965, de izquierda a derecha, familia Abbott, familia Avery, familia Black, familia Bulstrode, familia Burke, familia Carrow, familia Crouch, familia Fawley, familia Flint, familia Gaunt, familia Greengrass, familia Lestrange, familia Longbottom, familia MacMillan, familia Malfoy, familia Nott, familia Ollivander, familia Parkinson, familia Prewett, familia Rosier, familia Rowle, familia Selwyn, familia Shaklebolt, familia Shafiq, familia Slughorn, familia Travers, familia Weasley y familia Yaxley."

En realidad, solo me habría hecho falta leer hasta la tercera familia, pues era el puesto que ocupaba mi madre en la foto, aunque mucho más joven, viendo la fecha de la foto supe que no tendría mucha más edad que la adulta. Rondaría entre los 20 y los 25 años, tirando a lo alto. Su rostro era igual, los mismos ojos que tenía en casa, pero en la foto no lucían, no resplandecían cómo siempre pasaba en su casa. Por el contrario, parecían apagados, como si no tuvieran ninguna emoción en ellos, al igual que el resto de su cara, no había ni una pizca de emoción. Solo posaba seria entre toda aquella gente, los estuve observando detenidamente, los demás parecían orgullosos de estar en aquella foto, algunos impacientes por empezar a hablar con los demás, pero ella era, al contrario, parecía no sentir ni padecer nada.

Sabía bien que cuando estaba alegre era imposible que lo ocultara, como todas esas veces que había empezado a canturrear en la cocina o mientras leía un libro cuando algo había salido como esperaba o cuando había conseguido algo que quería. Puede que no estar sonriendo fuera el por qué no tenía ninguna arruga en la cara, ella siempre tenía marcas al final de los ojos cuando se le encogían al sonreír, también había dos profundas marcas que se le formaban alrededor de los labios y hacían una especie de arco desde la nariz. No podía pasar por alto los hoyuelos que aparecían en su rostro en medio de las mejillas.

Semi-Corazonada | Fred Weasley  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora