Capítulo 4:

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¿Se podía llamar paz? La imagen del cielo que muchos creyentes tendría que ser parecida a la tranquilidad que parecía reinar el momento.

No se escuchaba nada, el Gran Comedor estaba lleno de gente, pero no había ni un solo ruido, nada de risa, nada de llantos sofocados, al entrar allí me di cuenta que era la gente la que eligió llorar a los que se habían ido en silencio, no sollozaban, sólo dejaban las lágrimas caer.

El ruido ensordecedor de la batalla y el silencio absoluto del auténtico dolor, ese era el contraste que me erizó la piel. Hui de ahí repitiendo en mi cabeza que tenía que seguir trabajando, pero sólo era una lucha interna en la que me decía que mi deber era seguir con la locura a la que había arrastrado a tanta gente, mientras que otra parte me decía que sólo quería huir de una imagen que podría repetirse en cuestión de horas, sabiendo en ese momento que ya no había nada que hacer para arreglarlo.

Concentré todos mis esfuerzos en llegar a mi destino sin detenerme dejando salir a mis nervios. Al menos lo conseguí, cuando llegué arriba las risas sonaban sin parar, jugaban unos niños con otros siendo las personas más felices del mundo con tan solo salir corriendo para que no les pillaran. Mis amigos también lo hacían, probablemente les hubiera costado algo más, pero al final acabaron participando en crear la capa de luminosidad que poco a poco iba aumentando.

Me quedé a un lado observando cómo ellos reían, con una pequeña sonrisa nostálgica en mi cara, al estar tras la vidriera ellos no podían verme así que me tiré así hasta que perdí la cuenta del tiempo, ellos cambiaban cada poco el juego que estaban haciendo, a veces sólo se encargaban de enseñar pequeños a mayores juegos de manos mientras cantaban las alegres canciones que acompañaban las palmas, otras eran los mayores los que se les enseñaban a los pequeños algunos juegos o les hacían reír con pequeños hechizos.

Hasta que el murmullo llegó a mis oídos, a los suyos no, la atmósfera que habían conseguido crear era una gran burbuja de protección ante cualquier daño, o al menos eso ponía en los libros de la librería, y al parecer tenía razón pues comenzaron a reír mientras que se escucharon algunos gritos de horror desde abajo.

- A la mierda. - Susurré para mí misma lanzándome por el hueco del medio de las escaleras de caracol para tardar menos. - ¡Arresto momentum! - Cerré instintivamente los ojos deseando, en gran parte, no estrellarme contra el suelo.

En cuestión de segundos me faltaba una sola planta para llegar al patio, planta que bajé corriendo para encontrarme con Hagrid sosteniendo en sus brazos el cuerpo de Harry, Ginny llorando en los brazos de su madre y Hermione refugiándose en Ron.

Ya llegó el momento decisivo, mordiendo en interior de mi carillo volviendo el tic nervioso que tenía saqué el papel hechizado del bolsillo y lo puse en la palma de mi mano, cuando soplé el papel camuflándome entre la gente se dobló sobre sí mismo hasta conseguir la forma de pájaro y empezar a volar hacia la cúpula de donde había venido, estaba hechizado para que pudiera entrar a la atmósfera creada ya que estaba recubierto de una fina capa de emociones parecidas.

Cuando vi desaparecer el pájaro de papel volví a centrar mi atención en el patio, donde Harry parecía que empezaba a mover un poco la cabeza, lo ha hecho ¡SÍ! celebré en mi cabeza mordiéndome el labio y poniendo mi mano en un puño.

Segundos más tarde estaba Harry corriendo por el lateral del patio ante la mirada de sorpresa de Voldemort y la de asombro de la gente, ahora le dirán el niño que sobrevivió dos veces. Por otro lado, la serpiente, último Horrocrux que quedaba por destruir, ya no era problema, Neville acababa de sacar la espada del sombrero seleccionador ante la nueva sorpresa por parte de todos, incluyéndome en ese grupo, a decir verdad. Nagini era la única parte del plan que no tenía seguro el cómo destruir, pero ahora todo empezaba a salir rodado. Harry me dirigió una sutil mirada mientras peleaba para confirmar que todo estaba preparado y con mi respuesta en forma de guiño entró en el interior del castillo, tal y como debía hacer, y Voldemort fue de lo más predecible, se transportó al interior igual que el moreno, cayendo de lleno en el centro del salón donde estaban los niños que antes reían.

Al caer se metió dentro de la burbuja completamente confundido, no conseguía moverse. Puede que estéis un poco perdidos en este momento así que os explicaré, al condensar todas las risas y la alegría en un sólo espacio como habían hecho mis amigos y los niños de primer curso que estaban con ellos habían conseguido crear una especie de burbuja de la magia más poderosa del mundo: la felicidad. Ellos siguieron el plan que les había contado a la perfección, llevando esa atmosfera al centro del Gran Comedor, donde Harry iría cuando todo estuviera preparado y con todos los Horrocruxes destruidos, Voldemort, obviamente le seguiría para poder acabar con él una vez que hubiera "revivido", y así preparamos perfectamente la trampa donde Voldemort estaba atrapado. Los niños y mis amigos salieron en el momento en el que él cayó y quedó atrapado, le costaba mucho moverse ya que era la encarnación de las malas energía y la maldad y estaba cubierto por todo lo contrario, ese era la primera parte del plan que habíamos estado planeando ¿mejor ahora?

Pues estad atentos porque todavía queda lo mejor.

Mi pequeña amiga, llena de alegría y felicidad después de estar horas riendo, levantó la varita en mi dirección pronunciando un pequeño hechizo que me permitiría entrar en la trampa.

- Beatitudo involverent - Pronuncio con su suave voz, felicidad interior, esa era la traducción del hechizo antiguo que había descubierto en los manuscritos que leí.

Le dediqué una sonrisa cómplice empezando a acercarme a la burbuja, donde el Señor Oscuro seguía sin saber que hacer, sus seguidores se habían puesto alrededor del Comedor contemplando la escena, no sabían si era peligrosa la burbuja ni de lo que haríamos si se acercaban por lo que fueron cautos y esperaron a ver nuestros movimientos. Notando la mirada de todos en mi empecé a meter la mano por el límite de la burbuja notando como me envolvía el aire refrescante de la alegría hasta acabar completamente dentro.

- Buenas tardes, Tom.

Semi-Corazonada | Fred Weasley  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora