Semi-Corazonada | Fred Weasley

Capítulo 3:

Cuando toqué la puerta noté como Fred en un momento se tensaba, al mirar por el espejo y ver que era yo tampoco le hizo mucha gracia la idea, pero se le quitó un poco la cara de susto que había puesto.

- Ah... eres tú. - Dijo sin darse la vuelta, solo me miraba a través del espejo.

- Si - Le contesté aún que fue un poco obvio. - ¿Qué haces? - Pregunté cuando noté que estaba intentando ponerse en medio de lo que tenía entre manos, al fijarme un poco mejor vi su camiseta tirada en el suelo.

- Nada. - Respondió cortante, sabía que no me iba a decir y que estaba intentado que me fuera de ahí a base de estar distante conmigo, pero no pensaba irme.

- Probemos así...- Dije llamando su atención haciendo que dejara de hacer lo que sea que estuviera haciendo y me volviera a mirar a través del espejo que tenía delante. Me acerqué a la puerta como si fuera a irme, pero en vez de irme cerré la puerta, y le puse el cerrojo. - Creo que no te gusta verte de esta forma y menos delante de tu familia, pero conmigo sí que puedes. - Dije apoyándome en la puerta esperando una respuesta por su parte.

- No sé a qué te refieres- Contestó de igual manera que antes girándose, lo único que quedó en la misma posición fueron sus manos que ahora estaban detrás de su espalda- Estoy igual que siempre. - Me pareció que la distancia que reflejaba su voz iba desapareciendo, algo era algo.

- Fred... - Volví a hablar separándome de la puerta y avanzando muy poco a poco - Que conste que lo último que quiero es que pienses que te estoy haciendo una encerrona o algo en tu propio baño- Dije cuando estaba a la mitad de distancia que nos separaba al principio y él lo único que hizo fue bajar la mirada al suelo. - Sabes a lo que me refiero, sabes que conmigo puedes ser tú mismo, puedes perder esa fachada que tienes de plano, de alguien al que no le importa nada, de casanova y de bromista. Conmigo puedes hablar de lo mucho que te gusta la astronomía, de todas las cosas que piensas por las noches, de las cosas que interrumpen tus sueños - Seguí mientras que iba avanzando y el poco a poco se iba girando de nuevo para mirar al lavabo. - porque sí escucho como te levantas por las noches por alguna pesadilla o algo, de las cosas que de verdad te importan, del miedo que tienes de estar solo y perder a tu familia. - Acabé con casi toda la distancia que nos separaba poniéndome a su lado haciendo que él me mirara. - Todos necesitamos a alguien con quien poder mostrar nuestros miedos.

- Pensé que te perdía. Eso es lo que me dio miedo. - Dijo en un susurro apenas audible que me estremeció al ver que estaba soltando algunas lágrimas.

- Todavía te queda mucha Emma por aguantar- Dije riendo un poco a lo que el soltó un poco más tarde una risa triste.

- Lo siento, por no haber estado desde el principio contigo. - Confesó girando su cabeza para mirarme y dejar de mirar el lavabo, esa frase tenía doble sentido y lo capté al instante, sus ojos estaban completamente rojos y húmedos por aguantarse las lágrimas.

- Siempre estuviste conmigo. - Respondí colándome entre el lavabo y él mientras le abrazaba, correspondió el abrazo y noté como empezaba a llorar. No sé cómo, pero al final acabamos los dos llorando, yo lloraba por lo importante que se había convertido para mí y porque algo en mi interior le destrozaba verle así.

Cuando ya nos calmamos un poco los dos nos separamos y le quité algunas lágrimas que quedaban en sus mejillas.

- Déjame ayudarte con esto. - Dije intentando cambiar un poco la situación, se estaba intentando quitar la sangre de las manos así que todavía entre el lavabo y él empecé a frotar la sangre con ayuda del jabón y el agua mientras que el solo escondía su cara en mi pelo a veces o sobaba mi espalda, cada vez que se me acercaba notaba como me estremecía por dentro y solo esperaba que no se notase desde fuera. - Creo que ya no queda nada. - Concluí cuando había pasado alrededor de un cuarto de hora desde que empecé a quitar la sangre de sus manos.