•Distracción™

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La señorita Maggie daba su clase de historia muy entusiasmada, yo solo veía mi libro con el afán de olvidar el nombre que acababa de escuchar "JungKook".

Actualmente resido en Inglaterra, Bradford, soy un estudiante de intercambio por las buenas notas que tengo, así que no estoy acostumbrado a escuchar un nombre surcoreano por aquí, y menos en mi escuela.

Vivo en una casa hogar con James y Julio, otro estudiante de México que se me hace fascinante. Me llevo de maravilla con ambos, James es muy responsable y nos recuerda nuestra parte de la paga y también a quien le toca ir por la despensa, Julio cocina de maravilla la gastronomía mexicana, aunque al principio James y yo tuvimos diarrea, acostumbró de poco a poco nuestros estómagos.

Provocando que James considerara desabrida la comida de su lugar de origen. Julios y yo éramos casi de la misma edad, por ende íbamos al mismo instituto, mientras que James iba a la universidad y por querer independizarse se encontró con nosotros.

Mi celular vibró en mi bolsillo, alguien me había mandado mensaje por Messenger, era julios, que si ya había salido, contesté con un "no" sencillo, no quería problemas con esa maestra por utilizar el teléfono.

Ocho minutos más tarde salí de mi aula y Julios ya estaba esperando, llevaba su gorra Nike hacia atrás y tenía su chaqueta de los 49 de San Francisco, le encantaba la NFL.

Nos saludamos y seguimos nuestro camino a las gradas, dónde casi nadie iba.

El día estaba helado, nublado y con una brisa suave, llegamos a las gradas y froté mi mano con la madera mojada por el rocío.

—Pareces tener frío —dijo Julio sonriendo —puedo prestarte mi chaqueta.

—Oh no, no es necesario.

—Vamos, JiMin. El frío de México puede llegar a ser peor que el de aquí cuando Monterrey se lo propone —soltó una risa y se quitó su chaqueta —ten, estoy más abrigado de lo que parece.

—Muchas gracias —respondí tomando la chaqueta roja con dorado y me la puse, estaba cálida por el cuerpo que la tenía antes.

—¿Quieres Maizena? —me preguntó en lo que sacaba de su mochila un termo plateado.

—¡Si! —mi amigo sonrió y me lo dio el termo. Lo cierto es que la Maizena me encantaba, en Corea no lo hacen y en Inglaterra tampoco, o mejor dicho no la hacían, y era difícil encontrarla.

Con ansias lo tomé, estaba caliente, lo suficiente para tomarlo sin quemarme, sabía delicioso, me empecé a enamorar de la cultura de México y ni siquiera conocía el lugar, solo por fotos que julios me enseñaba y sus anécdotas de ahí.

—Adivina de lo que me enteré está mañana.

—¿Que ya se escapó el Chapo de nuevo?

—¿Qué? No, JiMin —él rió por mi comentario y yo también lo hice, me había contado tanto de dónde es que todo me parecía fascinante —hace un par de semanas llegaron nuevos estudiantes de intercambio, los rumores dicen que uno de ellos es de Argentina, que hay una chica guapa de Canadá, uno mayor de Corea del sur y otro chico de Busan

—Pero Busan es parte de Corea del sur.

—Si pero me dijiste que era un rancho, por lo que dicen el otro es de Seúl.

—¿¡Un rancho!? —me eche a reír como loco, tanto que empecé a toser y él me miraba con diversión —donde vivía era algo pequeño solamente.

—De dónde vengo se les llama rancho.

—Eres odioso —le respondí girando los ojos y tomando del termo.

—Ora verga ¿Y yo que dije que no sea verdad? —colocó su mano en el pecho haciéndose el ofendido. Nunca entendía sus expresiones al decirlas en español, pero moría de la risa siempre, y esa vez no era la excepción —me gusta mucho tu sonrisa.

—¿Eh?

—Allá en México los hombres son poco agraciados, y la sonrisa de un hombre no es siempre atractiva, pero tú, siendo de pueblo, tienes una sonrisa muy bonita —dice sacando otro termo, con lo que intuyo tiene lo mismo que el mío —puedes enamorar a cualquiera con tu risa.

—¿Tú crees? —pregunté algo tímido.

—Solo digo —me guiñó el ojo para luego tomar de su envase.

—Te odio, Julio.

—¿Qué? O sea, ya ni porque te halago me quieres.

—Sabes que soy gay y tú diciéndome esas cosas —dije metiendo mis manos en las mangas largas de la chaqueta, tapando mi boca con ella también.

—Vale me calmo, la verdad es que no me he topado con ninguno de los nuevos ¿tú si?

—No... —mi voz se flaqueó cuando me miró a los ojos. Por mi cabeza había pasado la imagen de ese chico pelirrojo, logrando tener un rubor en mi rostro.

—Ay, te ves super tierno sonrojado —me dijo con voz chillante y me acarició el cabello —si te molesta que te mire así, dímelo. Con confianza pa'.

—No es eso —me limité a decir volteándome a otro lado.

Él me sonríe de manera tierna y cambiamos de tema, comimos el caldo de verduras con carne y de postre los boñuelos que había hecho en casa. Como les dije, un gran cocinero.

El receso terminó, o al menos para él, tal vez éramos de la misma edad, pero me ganaba por una gran cantidad de meses, él cursaba un año más adelantado, así que él salía más temprano al receso, y yo entraba más tarde.

Nos despedimos y se fue a su aula, le dí su chaqueta y luego me fuí a mí casillero, ahí tenía un suéter grande y abrigador, además que pondría allí el termo. Cuando me puse el suéter, vi como una cabellera roja se asomaba por la puerta de mi casillero, lo ignoré pero al cerrarla un chico estaba recargado ahí.

—Maldición —exclamé al verlo —me asustaste.

—Lo siento —dijo sin credibilidad.

Era el chico que había visto esa mañana fumando, si mal no recordaba, JungKook. En ese momento me acordé de lo que dijo Julio, dos coreanos, uno argentino y la de Canadá, tal vez ese chico que tenía en frente era coreano.

—No importa —dije bajando la cabeza, mis cabellos se cayeron y bajaron a mis ojos. El chico, cómo sí me conociera de hace mucho, levantó mi rostro y después acomodó mi pelo detrás de mí oreja, logrando rozarla, su mano estaba muy helada.

—Tienes ojos rasgados ¿De dónde vienes? —inquirió con una sonrisa ladina —me alegra no ser el único "chino" aquí.

—Soy surcoreano —dije riéndome por catalogarnos como "chinos" pues me acordé de que Julio y James a veces me llamaban así por el estereotipo.

—Ya somos tres —me dijo sin ánimos.

—¿Tres? —pregunté confundido.

—Si, el otro tipo es coreano también, pero de Seúl. Soy de Busan.

En ese momento me dio un ataque de risa, pues me recordé también a Julio, según él, venía de rancho. El chico me miró extrañado.

—¿De que te ríes?

—De que vienes de un rancho.

—¿Rancho?

Yo me reía por el hecho de que él no supiera el significado, se me olvidaba que él no entendía como yo al principio, su cara de enojo y confusión solo aumentaba mi risa.

—Vale, estoy hablando con un loco —dice al momento de dar la medida vuelta.

—Espera —le tomé del brazo y él me miró por en cima de su hombro —también soy de Busan, mmm...—comencé a tartamudear y todavía lo tenía agarrado —soy... Soy JiMin.

Él me sonrió de nuevo, pero ahora fue una sonrisa coqueta.

—En la mañana te vi, ya sabes mi nombre.

Con un jalón logró quitar mi mano de su brazo y siguió su camino.

Porfavor, corrompemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora