•Viceversa 5

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Me rehusé, juro que lo hice, pero él es muy insistente.

Ahora estoy en un elevador al séptimo piso para llegar a mi oficina con JungKook, trae puesto una camisa negra que llega a la cadera, con un pantalón de mezclilla sostenido con un cinturón, mientras que las botas negras le hacen juego.

Su atención la tiene un celular, mira en él con pereza y de vez en cuando hace su cabello para atrás cuando este le estorba. Por su posición puedo ver con más facilidad sus tatuajes.

¿Dónde trabajará? Lo último que supe de él fue que estudió la universidad en Inglaterra, algo que me dolió mucho porque yo regresé a Busan.

¿Seguro que ese es Jeon JungKook? Se ve muy distinto, su cuerpo cambió, incluso es más atractivo, algo que me da en el orgullo porque no siento haber cambiado físicamente como él.

—Creo que te comenzaré a cobrar por mirar —dice con su sonrisa media, guardando el aparato en uno de sus bolsillos delanteros.

—No te estoy mirando —enderezo mi cuerpo de inmediato, mirando al frente, aprieto el saco que tengo en las manos. Soy muy formal a su lado.

—Como quieras —una risa nasal sonó por su parte, yo sonreí sin saber porque, tal vez me está gustando tenerle a mi lado otra vez.

No quita el hecho de que siga inquieto por saber qué tipo de relación tiene con HoSeok, digo, el tipo es bueno, pero no estoy seguro de estar cómodo con ello. Según mi amigo, es heterosexual, quizás es un amor unilateral.

Caminamos por los pasillos y noto como varias compañeras lo ven, algunas susurran y otras más descaradas le giñan el ojo, ruedo los ojos poniéndolos en blanco, solo le suben el ego al pelirrojo. Llegamos a mi oficina, le quito la llave y entramos.

Un suspiro sale de mis labios sin poder evitarlo, dejo el saco en el perchero y voy y me recargo en el escritorio.

—Esta es mi zona de trabajo —le digo abriendo los brazos para luego ponerlos sobre el mueble —no tiene nada de especial, no sé porque querías venir.

Mira toda la habitación entretenido, sonriendo de vez en cuando, se acerca a mí y se sienta en la silla que tengo en frente, le veo desde arriba esperando una respuesta.

Después del café, no dejó de llamarme para ver mi oficina, lo rechacé bastante, pero sus llamadas me cortaban las importantes que tenía, así que dos días después, terminé aceptando. Al fin y al cabo, no me afecta, al contrario, es una excusa para verlo más, pero siento que él quiere encontrar algo.

En eso, lo recuerdo, me pongo nervioso al recordar ese objeto, trato de ocultarlo con mi cuerpo, pero es demasiado tarde, se levanta y lo toma entre sus manos, estando muy cerca de mí.

—Aun la tienes —se refiere a la piedra que hace tantos años me dio, solo que está desgastada y un poco más chica.

—Es para las malas vibras —trato de sonar gracioso, aunque me arrepiento en el momento, pues me mira con una ceja alzada y yo siento vergüenza ¿Qué haces Park JiMin? Que no te ponga nervioso, maldita sea.

—¿No quieres algo que te quite la tensión también? —me pregunta tranquilo.

—¿Tensión? —respondo confundido hasta que deja la piedra en donde estaba sentando y me besa.

Esperen ¿me está besando? JungKook me está besando, no lo detengo, quiero hacerlo antes de que sea muy tarde, sus brazos me rodean provocando que nuestras piernas se intercalen, acaricio sus hombros, disfruto la manera en que sus labios me besan con desesperación, como si me hubiera extrañado, muerde y succiona mi labio inferior, sacando un quejido de mí que me regresa a la realidad.

—¿Qué te pasa? —lo alejo de mi con enojo lo más fuerte que puedo, haciendo que topara con la silla.

Tiene una expresión de dolor en los ojos, su respiración es agitada igual que la mía ¿Por qué lo hace? No debe besarme, estoy harto de sus juegos, ya no somos unos adolescentes.

—Ya dime que quieres de mí —le pido con la voz cansada, sé que dijo que quería joderme, pero no sé a lo que se refiere —¿Qué diablos quieres? Déjate de juegos y dime.

—No lo sé —contesta muy calmado para mi gusto, sentándose de nuevo en la silla tomando la piedra en sus dedos —tal vez te quiero para un último polvo, tal vez quiera que me pidas perdón porque nunca lo hiciste, tal vez solo te quiera —una sonrisa sínica aparece en sus labios.

Mi temperamento no da para más, estampo mi mano contra su mejilla, estoy harto de que me busque para seguir jugando, porque no quiero seguir jugando. Pasa su lengua por el interior de su mejilla recién golpeada, con la sonrisa seca y mirándome como si quisiera regresar el golpe.

—¿Quién dijo que doy una mierda por ti? Para que creas que tienes el derecho de regresar —le digo enojado —no estoy para tus tonterías de niños, JungKook. Si me miras a mí, y luego a ti, habrás notado que somos muy diferentes.

—Siempre fuimos diferentes —me interrumpe, teniendo sus ojos fijos en mí —siempre lo fuimos, tú tienes traje, estas en una oficina, yo tengo un taller mecánico y tengo tatuajes, no sé porque ahora dices que lo somos cuando siempre fue así.

Quiero decir algo; más no me atrevo, nuestra relación se basó en diferencias y maltratos provocados por los roces de nuestras ideas, tiene razón, no sé porque ahora lo menciono si siempre fue así. 

Pero aun así no tiene nada que ver, porque no contesta lo que le pregunto, iba a repetirlo, hasta que habla de nuevo.

—Quiero que volvamos a ser amigos —¿Qué? Me está jodiendo ¿de verdad? —y tal vez, ser algo más.

—¿Qué putas dices? —realmente estoy molesto, debe ser un juego, eso no es lo que quiere, sé que no, lo conozco, aunque hayan pasado los años —tú no quieres regresar conmigo, tú lo que quieres es tenerme sufriendo.

—Si ya sabes ¿para qué preguntas? —su risa suena por toda mi oficina, una risa que me estremece porque tenía mucho sin escuchar, es un sonido que mi cuerpo amaba sentir y lo reconoció al instante, pero es tarde, muy tarde —pero tienes razón, ya somos grandes y no me puedo andar con juegos.

Se levanta de su lugar, deja la piedra con indiferencia sobre el escritorio y se vuelve alejar, no sé qué pensar o que decirle, porque ya va para la salida.

—No te volveré a buscar, entiendo que no quieres saber nada más de mí.

No dice nada más y sale, dejándome con el corazón confundido y el cuerpo temblando ¿de verdad ya no lo veré? Aun con mi miedo, no salí detrás de él, es tarde, demasiado tarde.

Y como escuché una vez "mejor nunca que tarde"

Porfavor, corrompemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora