•Rompimiento

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POV. JIMIN.


Caminaba aun con algo de dolor por los pasillos de la escuela, las caderas me seguían molestando, estaba algo rozado de esa parte, y mis piernas seguían un poco débiles.

Era martes, no había pasado mucho, pero Kook me había comprado medicamentos para el dolor, por lo que era soportable. Llegué a mi casillero queriendo abrirlo con prisa, necesitaba otra pastilla para la molestia, pronto iba a ser la hora en que coincidía con JungKook y no quería estar quejándome.

Tomé un par de pastillas y las pasé con el agua que tenía guardado en mi mochila, en eso, Lautaro aparece con ojeras bajo sus ojos, su cabello estaba aplanado y su uniforme algo desalineado.

—A ti ya no te importa que las marcas se te noten, ¿verdad? —me preguntó, quitándome de las manos la botella que traía. Toqué mi cuello descubierto, en algunas partes aún dolía por las mordidas, sin embargo, ya no me importaba —¿No te dicen nada los maestros?

—No —respondí tranquilo, cerrando el casillero para recargarme en el —una que otra vez mi tutor me preguntó, pero no respondí directamente —sonreí cansado, él asintió con la cabeza, mirando el suelo —¿tú por qué te vez de la chingada?

—Es por —se detuvo de inmediato para mirarme confundido —¿te llevas bien con Julio otra vez?

—¿Por qué lo dices?

—Pues dijiste "de la chingada" es una expresión de México.

—Digamos que ayer se lo dijo a James y él se veía muy mal —reí bajo, tratando de acomodar su uniforme —responde porqué te ves muy mal.

—Me quedé anoche estudiando para el examen del jueves —contestó cerrando los ojos por el cariño que le daba a su cabello, aunque lo que hacía era peinarlo.

—Maldita sea, lo había olvidado —dije, abriendo de nuevo el casillero para sacar el libro y la libreta de biología, la materia que íbamos a presentar —tendré que estudiar en mi hora libre.

—Pero en esa hora estas con JungKook —me dice mi amigo, viendo como ponía las cosas en la mochila.

—Estudiará conmigo —terminé diciendo al mismo tiempo que cerraba el casillero y también mi mochila.

—¿Y si estudia? —su pregunta fue más burlona que curiosa, era obvio que sabía la respuesta.

—No tiene opción si quiere estar conmigo —le guiñé un ojo y comencé a caminar para ir a las escaleras junto con él, cuando nos topamos a Sebastián agitado, me miró y en seguida su cara se puso roja, volviendo a correr para salir por la puerta que daba al patio que conectaba al otro edificio.

—Se nota que no han hablado —dijo Lautaro picando con su codo mi brazo, empujándome un poco.

—Ayer no comió con nosotros, hoy tampoco, pero no sé por qué está aquí.

—Tal vez le habló Ana —lo miré extrañado y el hizo un gesto con su cabeza apuntando a la susodicha que venía de la misma dirección que Sebas.

Ella nos vio y nos sonrió, comenzando a caminar hasta nosotros.

—Hola chicos ¿han visto a Sebastián? —preguntó, masticando su chicle con una sonrisa y cruzándose de brazos —le pedí un favor y no lo ha hecho.

—Mmm... no, no lo hemos visto —contesté antes que Lautaro, sintiendo su mirada desconcertada en mí, pero yo miraba a los ojos de Ana.

—Diablos —dejó caer sus brazos, azotando su pie contra el piso, logrando que algunos cabellos se interpusieran en su cara, contrastando de manera bonita el negro de su pelo con su pálida tez.

Porfavor, corrompemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora