•Invitación

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POV. JIMIN.


Juro que nunca tuve amistades tan divertidas como lo eran ellos, un grupo que nació de un castigo.

Se conformaba por los mismos de detención, nos hicimos tan amigos que ya teníamos una mesa en la cafetería, nos reuníamos siempre, incluso el de secundaria se cambiaba de edificio para vernos.

Ana y Elena, eran las más chismosas del grupo, si querías un rumor de una fuente confiable y que fuera verídico, ellas lo sabían, nunca supimos como lo hacían, ya que siempre estaban con nosotros y antes de eso solo eran ellas dos. Otro punto a nuestro favor de tenerlas, es que nos defendían de los chismes ridículos.

Raúl, el más guapo del grupo junto con JungKook, el peleonero de nuestro circulo que no había día en que no estuviera en detención, así que los demás íbamos al salón para estar con él, aunque nadie más estuviera castigado. Si se trataba de problemas él era el primero en defenderte a golpes, incluso defendía a Dylan.

Dylan, el chico más callado del grupo, pero también él más retorcido, sufría de violencia familiar, por eso llegaba a la escuela lleno de golpes, no podíamos meternos en su situación, pero entre todos lo cuidábamos para que no lo acosaran y la escuela fuera un escape para él.

Y, por último, Sebastián, el chiquillo que nos causaba temor, te podía sacar la información del instituto sin problemas, querías saber sobre el expediente de alguien, él lo sacaba, querías obtener cosas gratis de la despensa, él te las daba, querías que desconectara las cámaras de un salón para follar, él lo hacía.

Era un niño de 15 años, joder 15 años y era el más cobrón de todos. Orgulloso estaba de él a más no poder.

Estábamos comiendo todos en la mesa de la cafetería, reíamos sobre una anécdota de Raúl, una de sus peleas más estúpidas. Me encontraba a lado de JungKook, abrazándolo del brazo, Elena estaba sentada en la mesa cerca del pelirrojo, Ana sentada del otro lado junto con el menor y Dylan, y Raúl parado.

No podía parar de reír, de hecho, nadie lo hacía, a todos nos faltó el aire de las carcajadas que tirábamos.

—Basta de cosas inútiles —dijo Ana azotando sus manos en la mesa, callándonos a todos —el sábado Elena y yo haremos una fiesta y todos están invitados —anunció con una sonrisa mirándose las uñas.

—Me escaparé de la casa de mi padre para ir —dijo Sebastián entusiasmado.

—Buenaaa, estaré allí preciosa —confirma Raúl guiñándole el ojo a Ana.

—Sin duda iremos —contesté yo igual de emocionado que todos, miré con ojos de cachorro a Kook para tener su aprobación, él me sonrió y me dio un pequeño beso en los labios.

Me encogí en mi lugar sonrojado, abrazando más fuerte su brazo.

—Tú también iras —Elena miró a Dylan, era muy probable que no fuera, debía quedarse en casa a cuidar a su padre de la agresiva de su mamá.

—Trataré —fue lo único que soltó y nadie más le insistió, el chico era muy tímido, así que considerábamos lo que podía sentir. Aún con el grupo más desalineado veíamos por el más débil.

—JungKook puedes llevar licor —la rubia se comenzó a recargar en la mesa para estar cerca de mi novio, la miré expectante, sabía las reglas, no esperaba que las rompiera —Nosotras tendremos, pero queremos algo más fuerte —la chica apoyó su mano en el hombro de Kook, inclinándose para que sus pechos se entrevieran por los botones de la camisa.

—¡Aléjate! —le grité, empujándola fuerte haciendo que se levantara de la mesa —odio que lo toques, no puedes hacer eso.

—Amor, basta —me dijo el pelirrojo sosteniendo mi mano, tratando de detenerme.

Porfavor, corrompemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora