•Amanecer

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POV. JungKook

Su cuerpo tibio y húmedo estaba boca abajo, abrazaba la almohada por debajo de su cabeza y la sabana lo cubría hasta la cadera, dejando así su espalda descubierta.

El sereno de la mañana entrando por la ventana, hacía que la cortina revoloteara, dejando entrar la luz de un sol saliente, esos rayos desvanecidos por su falta de fuerza, hacían que su cabello luciera opaco pero brillante.

Ver a JiMin así, me quitó el aliento, en seguida me pare y fui por una cámara instantánea. No se me daba la fotografía, pero con un modelo como JiMin, no se necesitaba de ser un profesional, él lo hacía todo.

Tomé tres fotos, una de su rostro, otra de su cuerpo completo y la última, desde el ángulo de la ventana.

Bajé mi cámara, y recogí la fotografía que estaba en el suelo, comenzó a revelarse de a poco, volví mi vista a él.

Me recargué en la pared, admirando su belleza, su pecho subía y bajaba lentamente, las sanas envolvian en su muslos hasta llegar a sus pies.

Lo miré preguntándome si así es que amanece todo los días, si esa era la manera en que podía estar, admirando a un JiMin dormido, preguntándome quién será el próximo en verlo así.

Mi respiración comenzó a ser apresurada, nadie tenía el derecho de verlo así, JiMin era mío, era mi novio, todo el cuerpo de JiMin me pertenecía, y solo yo podía verlo. JiMin era mío, nadie podía quitármelo ¿o sí?

Aprovecharía todo el tiempo que él me diera.

JiMin era perfecto, JiMin era maduro y sensible, JiMin es lo que todo el mundo quiere en una pareja...

Salí de la habitación, dejé la cámara y fotos en mi cuarto y fui a bañarme, solo me puse un bóxer y mi bata al terminar la ducha.

Encamine mis pies a la cocina, preparé unos cuantos omelets y jugo de naranja, al estar sirviendo, un somnoliento rubio hacía acto de presencia, llevaba solo una camisa negra, la misma yo que usaba el día anterior.

—Buenos días, cariño —me saludó con un beso en la mejilla, dirigiéndose a la cafetera.

Me acerqué a él, abrazándolo y pegando su espalda en mi pecho.

—¿Durmió bien, mi bebé? —le pregunté dándole pequeños besos en su cuello.

—Miren quien lo dice ¿No recuerdas todo lo que hiciste anoche? —contestó dándose la vuelta en mis brazos, mirándome a los ojos —dormí muy bien.

Se acercó a mi rostro, tomándome por el cuello para besarme, seguí su beso haciéndolo largo y húmedo. Lamí sus labios para luego morderlos un poco, mi emoción llegó a agarrarlo fuerte por la cadera, hasta que se quejó y rompió el beso.

—No hagas eso, me duele —advirtió con voz temblorosa.

—¿Por qué? —con el ceño fruncido, mis ojos bajaron hasta donde sus manos comenzaron a levantar la camisa que llevaba, subiéndola hasta su pecho.

Todo su cuerpo estaba lleno de hematomas, sus piernas, parecían tener múltiples moretones por sostenerlo tan fuerte y chupones por donde mi boca pasó, en su cintura estaba impregnada la marca de mis dedos, su cadera lucía ancha, tenía mordidas en su abdomen y también en sus muslos.

—No es todo —captó mi atención, soltando la camisa y estirarla del cuello.

Parecía que reinaba el color rojo y morado en su cuello, en algunas partes también habían mordidas, y habían unos cuantos chupones rojos, vi sus manos con las que sostenía el cuello de la camisa, sus muñecas estaban muy maltratadas, todavía se notaba la cuerda.

Porfavor, corrompemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora