•Una mirada™

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Había pasado una semana de conocer al sin vergüenza del pelirrojo, no me volvió a hablar, solo me dedicaba miradas y el grupo de sus amigas me hacían gestos obscenos, como si quisieran follarme entre todas, y él no hacía nada, solo se reía.

Debería estar avergonzado, pero no era así, me gustaba tener su atención. Julios se burlaba de mí, pues a veces era testigo de cómo me veían y de lo que hacían.

En el fondo, quería acercarme a JungKook, pero temía que yo no fuera de su agrado, él siempre fumaba, el uniforme lo tenía desordenado junto con su cabello, se veía muy varonil, era más alto que yo y me enteré por Julio que cursaba en el mismo grado que él.

Tenía todo el estereotipo del chico desinteresado y que te deja sin estabilidad.

A veces miraba textear en su teléfono con una sonrisa muy linda... Me preguntaba quién era la persona que provocaba aquella expresión, y por alguna razón, sentía algo de interés.

A los días me di cuenta que su casillero estaba a unos tres más a lado del mío, aprovechaba para ver sus rasgos faciales, lograba admirar el lunar debajo de su labio, la comisura de ellos era pronunciada, y su nariz no le favorecía mucho, aunque no perjudicaba, se veía muy atractivo.

Cuando lo observaba de más era porque estaba solo, sin esas chicas voluptuosas y demasiado sarcásticas, tal vez a JungKook le gustaba tener la compañía de muchas mujeres, otra razón para no acercarme a él e intentar tener más que una amistad.

Era un 20 de octubre cuando Julio se enfermó y no pudo hacer el desayuno, me puse de mal humor, pues el frío seguía pero ahora con lluvia, estábamos a 15° y llovía a cántaros.

Me puse una mallas térmicas debajo del pans de la escuela, una playera de manga larga y arriba la camisa correspondiente, me coloqué unos botines y Julio me prestó su chaqueta de la NFL, me pidió que la cuidará con mi vida. La chaqueta era de cuero, evitaría que me mojara y además llevaba suéteres abajo, parecía pollo pero iba abrigado.

Al llegar, JungKook estaba con el pantalón de gala, la camisa de vestir y un suéter delgado de color vino. Solo verlo me daba frío, estaba en su casillero sacando algunos libros, así que fui al mío sin siquiera ponerle atención.

—¿Tienes frío? JiMin—me preguntó notando mis capas de abrigos mientras que yo cerraba mi casillero y él caminó un poco para estar a mi lado.

—Demasiado —contesté sonriendo, su cabello se veía humedo y maltratado, olía al agua de lluvia mezclado con su perfume, no pude evitar pensar de más.

—Pareces estar contento por eso ¿No quisieras calentarte? —preguntó con doble sentido claramente, aunque en sus ojos se notaba la inocencia y arqueaba las cejas. Éste chico me estaba atrayendo.

—Eso va para ti, no llevas casi nada en cima —le contesté acomodando mi mochila en mi hombro.

—Me gusta demasiado el frío, en Busan es cálido y odio el sol.

—Yo amo el sol

—Eres mi opuesto entonces.

—Parece que si —fruncí mi ceño mirándolo, era más que nada porque no entendía cómo no le gustaba el calor.

—Los opuestos se atraen —me dijo acercándose a mí, de tal manera que debía levantar mi cabeza para verle los ojos, y pude apreciar que su cabello era tan rojo... Nadie en la institución tenía el cabello igual que él, habían pelirrojos desteñidos y opacos pero no de esa manera.

Lo miraba hasta que bajé a sus labios, los tenía brillosos y colorados, y me pregunté cómo sería besarlo. De pronto se empezó a dibujar una sonrisa en ellos y mi cara comenzó arder.

Porfavor, corrompemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora