Porfavor, corrompeme

•Una propuesta.

POV. JUNGKOOK

No quería, me reusaba a confirmar o imaginar que en mi ausencia JiMin tuvo algo que ver con James. Algo no me daba buena espina, no sabía porque sentía que algo había pasado, aunque no era excusa para tratar a JiMin así.

Escuchar al rubio llorar solo hizo que mi coraje aumentara, me arrepentí al ver su cara, toda roja y mojada por las lágrimas, en cuanto el quedó dormido, no pude evitar también llorar, lo abracé con ganas y pedía perdón por mi comportamiento, no se lo merecía por más enojado que estaba, pero él no me escuchaba, su sueño se había vuelto pesado.

Me sentía solo aun teniendo a JiMin a mi lado, seguía sin saber porque las cosas las sentías distintas, algo ajenas, el sexo entre nosotros era muy bueno, pero nuestra relación... era punto y aparte.

Eso me molestaba ¿Por qué no éramos como las demás parejas? Esas en las que el sexo convencional no los satisface, pero la relación entre ellos era esplendida y muy buena. No, JiMin y yo éramos lo contrario.

Llegué desesperado a mi casa, realmente deseaba que mi relación con Park fuera buena, sería perfecta si entre nosotros nos lleváramos tan bien cómo al tener relaciones, a excepción de ese día, había hecho que sus ojos derramaran lágrimas.

Tal vez necesitaba ayuda de una mujer, el toque femenino nunca estaba de más, y que mejor que la más entrometida, chiflada y romántica de mi tía Jessica, seguro le iba a encantar.

No me equivoqué, le había contado las cosas con el rubio desde que salí del hospital, primero me regañó, diciendo que lo había hecho mal desde el principio y era mi culpa que JiMin se volviera de esa forma, pero que aún se podía arreglar.

—¿Han tenido una cita? —preguntó, mi vergüenza fue enorme al responder.

—No —dije casi inaudible.

—Ay, JungKook ¿A ti te daban pegamento en lugar de leche cuando eras bebé, verdad? —se pasó la mano por la cara, en un gesto de cansancio.

—Ya sé, es que no empezamos bien —traté de excusarme haciendo un puchero.

—Mira, baboso —me reprimió dándome un zape que se hizo sonar horrible en la sala, en seguida llevé mi mano a mi cabeza, no tuve tiempo para protestar porque habló de nuevo —pobre de ti que le vuelvas hacer algo así niño, está chiquito ¿Qué no ves? —les juro que iba a llorar, me sentía un pequeño regañado de cinco años.

—Dame ideas, por favor —supliqué juntando mis manos, como si orara.

—Vale, escucha bien que solo lo repetiré una vez.

Me ayudó a hacer un plan perfecto, ni tan exagerado, ni tan mediocre, JiMin era feliz con pequeños detalles, era su naturaleza ser tan humilde, pero tampoco quería que tuviéramos poco para nuestra primera cita.

Llegué con un buen humor a la escuela, y como era de costumbre, me quedé en el portón a esperar a JiMin. La alegría se fue al ver al rubio caminar despacio, desalineado, cansado y con la nariz roja. Mi corazón se partió en dos al pensar que muy probablemente, yo era el causante.

Cuando llegó hasta mí, lo vi mejor, solo para reforzar lo mal que se veía.

—JiMin, yo... —no terminé debido a su dedo índice estar en mis labios.

—No digas nada, solo entremos —su cabello de veía opaco además de estar desordenado, traía un suéter negro de mal gusto, no era él JiMin de octubre.

Y para la mala suerte de todos, nunca volvió a ser el niño risueño y bonito...

Tomó mi muñeca para comenzar a caminar adentro del edificio, pero me detuve, lo jalé y abracé muy fuerte, no olía bien, parecía que se había mojado y no se secó, olía como agua de grifo, su dulce aroma había muerto aquel día.