Capítulo cuatro|Sueño

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CAPÍTULO 4

RECUERDOS DE DORIAN

Fue un 4 de Julio.

Era 4 de Julio y, aunque pareciera una locura estaba lloviendo a cantaros. Los rayos que deslumbraban en el cielo nublado a penas y parecían inmutar a las personas que se encontraban como en trance admirando los fuegos artificiales.

El ramo de rosas rojas que había comprado estaban empapadas y los pétalos se caían poco a poco. Lo comparé con mi corazón.

Fue un 4 de Julio cuando Daisy me rompió el corazón.

Fue un 4 de Julio el día en el que juré vengarme de Eric; el hombre que me había quitado todo lo que alguna vez amé de verdad.

Anabeth

En este momento se suponía que Eric y Susana Darcy estuviesen sermoneándome. Recordándome todo lo que hice mal. Sin embargo, para mi sorpresa ambos estaban desorientados ante mí, repitiéndome lo mucho que les había impresionado mi presentación.

Qué locura.

—¡Pero qué alguien me explique! ¡¿Cómo has logrado hacer eso?! —Volvió a repetir la misma pregunta Susana Darcy.

Y aunque ya le había contestado lo mismo tres veces, volví:

—La verdad, pensé que había sido un desastre.

Ella negó imparablemente y Eric (al igual que yo) la veía con curiosidad.

—Dorian no es así con nadie. ¡Le has cautivado! —se río.

—Gray es así con quien le da la gana —refutó Eric, con un atisbo de incomodidad —. No es algo que él no le haya comentado a su psiquiatra.

Por otro lado: Susana parecía deslumbrada, como si de una niña de seis años se tratase. Parecía haber visto la octava maravilla del mundo. Así que, pasando por alto el comentario de Eric, ella agregó:

—Eric y yo cruzábamos los dedos desde que empezaste a llamarle Dorian —ahora ella disminuyó la voz —, odia que le llamen así y, sin embargo, ¡él te ha dado el consentimiento de que le llames así! ¡Qué locura! Parecía que hablabas con otro chico.

Eric se ríe.

—Vaya bruja —me miró a mí con una sonrisa tierna y se la devolví.

— ¿Sabes? —continúa Susana Darcy, mirándome con cierta malicia — Las antiguas consejeras de Dorian siempre se quejan por su carácter evasivo, equívoco, odioso y oscuro. Curiosamente y, por alguna razón en particular, él decidió abrirse contigo.

En su voz hay un atisbo de molestia.

¿Antiguas? ¿Entonces sí seré su consejera?

— ¿Seré la consejera de Dorian...? —Me aventuré pasando por alto todo lo demás.

—Pues... —ella hace un mohín con los labios —. Como ya debes de estar al corriente, las principiantas no están aptas para instruir a los internos, pero... dada las extraordinarias circunstancias de que..., ¡él ha decidido ser tan simpático contigo! Me probaría consultarlo con el doctor Spencer, aunque está fuera del país por ahora.

Me río al escuchar la palabra «simpático», no sé qué signifique ser simpático para estas almas, pero supongo que he hecho un buen trabajo.

—Spencer es mi padre, Ana —me avisa Eric.

—Sí, lo sé —respondo con tranquilidad—. La verdad es que me encantaría trabajar con Dorian —termino dirigiéndome Susana.

Ruina Mental: Dorian Gray ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora