Capítulo 66
Anabeth
La helada de otoño atravesaba mi piel con potencia y a pesar de la cazadora que llevaba puesta no conseguía calentarme.
El cielo estaba lleno de estrellas y la inmensa luna agraciaba el paisaje que estaba ofreciendo la noche.
Mis tacones tamborileaban causando que el movimiento de mi corazón se conectara con mis pasos. Caminaba en el rociado cemento de la pista que conducía a la famosa residencia de los Gray y no paraba de deshacerme del sudor que se producía en la palma de mis manos con ayuda de mi vestido.
Me encontraba en una línea muy delgada en aquel momento, una línea que lógicamente definiría mi futuro amoroso. Por lo tanto, debía ser fuerte y enfrentar lo que sea que fuese a pasar.
Una vez que estuve en el umbral de la residencia Gray me coloqué rígida y traté de respirar profundo. El sonido de la música que era opacado por la puerta de la residencia ya empezaba a enloquecer mi corazón de una forma mucho más considerable. Parecía una cría de dieciséis en su primera cita.
Apenas toqué las frías cerraduras de la puerta cuando de pronto, se abrieron mágicamente. Descubriendo una imponente residencia decorada hasta en el sitio menos esperado.
Nadie me recibió, al parecer, ni siquiera habían notado mi entrada. Así que di el primer paso y me sumergí en una multitud de personas que nunca había visto en mi vida. Varias personas me empujaron, otros me abrían paso y otros simplemente me ignoraron... Tampoco era como si aquello me importase, lo único que quería saber era dónde estaba Dorian Gray.
—Ana... —sentí una manos finas y heladas manos cogerme del antebrazo. Gracias al cielo aquel agarre logró sacarme de la elegante multitud —, hola —su aliento lleno de alivio cayó en mi desnudo cuello —, he pensado en millones de cosas durante este corto tiempo.
Los ojos de Daisy se veían sumamente agotados, pude ver cómo había difuminado bajo sus ojos para ocultar las obvias ojeras que se escondían detrás de todo ese maquillaje y debía admitir que había hecho un buen trabajo.
—Me he convencido de intentar algo —admití —, después de todo este tiempo he aprendido que todo puede pasar.
Ella apenas sonrió ante mi comentario.
—No sabes lo mal que la he pasado estos últimos días... —ella se encogió de hombros y con obvio cansancio bajó su cabeza —, esto... yo estoy harta de fingir algo que no soy.
Me tomé unos segundos para analizar sus palabras y entonces la miré con compasión. Coloqué mi mano en su hombro y aquel gesto la obligó a devolverme la mirada.
—Gracias.
Se quedó gélida y después negó rápidamente.
—¿Por qué? He sido una mentirosa todo este tiempo, le hice daño a muchas personas... incluyéndote —su ceño se fruncía indicándome que se avecinaban unas pequeñas lágrimas —, no sabes lo mal que me siento...
No dejé que terminara pues la rodeé con mis brazos y la abracé. Sabía que ella no era una mala persona, quizá intentó ganar dinero de una manera terrible, pero podía ver el arrepentimiento en sus ojos y aquello era suficiente.
—Tranquila. No es tu culpa...
Un sollozo fue interrumpido por alguien arreglándose la voz. Aquel carraspeo fue masculino, así que me aparté de Daisy y tras lanzarle una mirada llena de compasión miré a Dorian.
Dios...
Un elegante traje bruno decorado por una corbata color rojo vino acoplaban aquel formidable e imponente cuerpo. Levanté mi mentón con lentitud recorriendo desde su manzana de Adán hasta sus profundos y misteriosos ojos.
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Ruina Mental: Dorian Gray ©
General FictionTras ser diagnosticado de estrés postraumático; Dorian Wolfe Gray es trasladado al famoso centro de rehabilitación HELPWOOD en Washington, donde conoce a Anabeth Michaels, una pasante en el centro. Ambos se sumergen en un mundo lleno de peligros, i...