CAPÍTULO 10
Logramos pasar por el conducto sin que nadie se enterara de nuestra antigua presencia en la biblioteca y he de admitir que no me había divertido de esa manera desde hacía mucho tiempo.
No me di cuenta que, mientras caminábamos Dorian sostenía mi mano de forma amable, es decir, él la ha estado sosteniéndola todo este tiempo, pero únicamente para guiarme a un lugar y ahora simplemente tenemos nuestras manos entrelazadas y no se siente mal. De hecho, se siente bien.
Cuando llegamos a su cabaña cerramos la puerta y ambos respiramos profundo para luego sacarnos una buena carcajada. Dorian empezó a aplaudir y a arquear su columna para conseguir llenar sus pulmones.
—Qué incómodo eso, ¿eh? —Me habló apretando sus labios puesto que al parecer no podía dejar de reírse — Tatiana es una perra —refunfuñó antes de entrar a una especie de cocina.
Parpadeé. No había escuchado a Dorian referirse tan despectivamente de alguien. Fue sorprendente, pero no me lo extrañé.
Le seguí y me adentré en la cocina. Una vez en ella no quise salir. Era tan estética y estaba demasiado limpia, era como si alguien estuviese encargándose de la limpieza de ese lugar todos los días.
— ¿Tatiana y tú habéis tenido algo? —Inquirí mientras veía cómo se servía una soda. Quiero saberlo puesto que a ella le he escuchado comentar algo así.
Pude ver la forma en que tensó su espalda antes de responder. Se volvió y me miró con suma atención.
—¿Cómo es que sabes eso? ¿Acaso has estado invadiendo en mi privacidad? —De pronto frunció el cejo — ¿Me has investigado?
Su voz era tajante y parecía molesto. De hecho, parecía otra persona. Yo también me tensé entonces.
—Yo lo he escuchado, no fue mi intención, lo siento.
Él me miró con recelo, pero después se llevó la soda a la boca y tras devolverla a la encimera depositó sus ojos en mí.
—Ah —farfulló —, bueno sí, solo fue una noche y ya. Está loca.
La boca se me hizo agua al ver esa soda y me digo a mí misma que no debería beberle nada a mi paciente, pero..., es Dorian, ¿qué podría hacerme él?
A continuación, como si mis ojos me hubiesen delatado él cogió otro vaso de vidrio y lo llenó de cola.
—No digas que no —me lo ofreció con una sonrisa y no pude decir que no, tenía mucha sed.
Me lo llevé a la boca y me lo tomé como si hubiese pasado por todo el desierto del Sahara. Estaba deshidratada y mis labios secos me habían delatado.
Dorian se burló de mí cuando atrevidamente me arrojé a otro vaso y lo llené de agua del grifo para luego beberlo arrebatadamente.
— ¿Por qué te gusta la lectura? —Pregunté al mismo tiempo que carraspeé gracias a el agua que había bebido disparatadamente.
Él se apoyó en la encimera que estaba tras su cuerpo y echa las piernas hacia delante para cruzarse de brazos.
—Pues ya sabes para matar el tiempo y distraerme un poco. Es más placentero que ver una serie o una película. Tú puedes crear el ambiente que deseas con ayuda de tu mente y esa es la mejor parte.
Nunca he sido fan de la lectura. Sí, he leído libros de la ciencia de la mente, pero esos no cuentan para compararse con Dorian. Él está completamente sumergido en este mundo y transmite su pasión de una forma encantadora.
—Veo que esa es tu pasión.
Él se ríe.
—Tengo muchas pasiones, la lectura es un pasatiempo, Anabeth.
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Ruina Mental: Dorian Gray ©
General FictionTras ser diagnosticado de estrés postraumático; Dorian Wolfe Gray es trasladado al famoso centro de rehabilitación HELPWOOD en Washington, donde conoce a Anabeth Michaels, una pasante en el centro. Ambos se sumergen en un mundo lleno de peligros, i...