CAPÍTULO 11
A pesar del tiempo que llevaba intentando digerir lo sucedido la presión dentro de mi pecho empezaba a posicionarse un horrible sentimiento de culpa. No tenía sentido, pero eso era lo que se encontraba allí.
Lo siguiente que sentí fue un fuerte tirón en mi brazo.
—Tienes que irte —. Se trataba de Dorian. Estaba frente a mí, mirándome con rabia.
Quise protestar y decirle que estaré con él hasta que esté estable, que de mí no se desharía tan fácil.
—Se acabó la hora de consejería —dijo al mismo tiempo que señalaba con su dedo el reloj de la pared. Su voz es fría y distante, ni en comparación a su antiguo confianza conmigo.
Él empezó a caminar hacia la puerta y me obligó a seguirlo.
Una vez en la entrada me vuelvo a él y busco sus ojos, pero no logró sostener su mirada con la mía. Está evitándome.
—Supongo que no soy invitada a esta celebración —traté de suavizar el momento con una sonrisa.
Él desencajó su mandíbula y empezó a frotarse el rostro.
—No. Bueno, no creo que es algo que te vaya a gustar. Hay muchos capullos rondando por ahí.
Su voz seguía siendo distante.
—Tienes razón. Te veré mañana —contesté al fin.
No dice nada y se limita a asentir. Cuando me giro recibo un portazo en la espalda. No pudo darme una mejor indirecta.
Mientras camino por el campus imagino un mundo en el que esos chicos que vagan por el lugar son libres y no tienen por qué sentirse sumidos a un régimen.
Al otro lado del campus se encuentra una malla hecha de barrotes que divide el campus de las mujeres. Hay muchos chicos sentados en el pasto charlando con chicas que se encuentran al otro lado de la malla, unos barrotes los dividen, pero parecen estar lo suficientemente enamorados como para que eso los divida a ellos.
Cuando salgo del campus y me sumerjo en los pasillos del hospital saludo a varios niños que están pintando mariposas en un cartelito. Pero de pronto siento alguien cogerme del brazo. La sonrisa se me desvanece cuando veo a Selena frente a mí. Me detuve en seco y me quedé completamente gélida.
— ¿Dónde estabas? —Preguntó con voz rígida.
—Con Dorian —respondí obvia.
Ella negó disparatadamente y de pronto me cogió del brazo con potencia. Sin soltarme me guio a una especie de consultorio. En la puerta había un cartel que tenía gravado su nombre y su apellido.
¿Tenía problemas?
Entré a continuación de ella y luego alargué el brazo para cerrar.
— ¿Por qué me mientes?
Vagué mis ojos de lado a lado indicándole que no sé de qué está hablando.
Ella suspiró con pesadez y colocó los brazos en su cadera.
—Soy una de las únicas que sabe que Wolfe roba libros de la biblioteca. — Ella me ve con recelo y diría yo que con asco — ¿Pero tú? ¿En serio? ¿Qué clase de cría eres? Te das cuenta de que solo eres la consejera de Wolfe, no la que lo acompañante para hacer torerías.
Solté el rostro tenso que tenía. Ahora entendía.
Pero ahora no entendía cómo se había enterado.
—Os he escuchado por el canal. Resulta que mi consultorio está bajo ese conducto y soy la única que lo escucha pasar. Curiosamente, justo hoy he escuchado dos risillas pasando por ahí. ¿Por qué?
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Ruina Mental: Dorian Gray ©
General FictionTras ser diagnosticado de estrés postraumático; Dorian Wolfe Gray es trasladado al famoso centro de rehabilitación HELPWOOD en Washington, donde conoce a Anabeth Michaels, una pasante en el centro. Ambos se sumergen en un mundo lleno de peligros, i...