Capítulo cincuenta|Es tiempo

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CAPÍTULO 50

Anabeth

Desde que había llegado a mi hogar no había podido contemplar los hermosos paisajes que se podían ver camino a la casa de mi madre, pero ahora que Dorian iba a mi lado todo tenía más sentido. De hecho, mi mundo entero tenía más color cuando él estaba conmigo.

Llevaba mi cabeza apoyada en la ventanilla del coche y el sol empezaba a salir. Íbamos a camino a casa pues Dorian insistió en conocer a mi madre.

En la radio sonaba Do you love me again de John Newman y las mariposas en mi vientre eran evidentes. El viento gracias a la velocidad del coche y la cantidad de viñedos que solían producir una brisa especial recaían en mi rostro dejando un placentero sentimiento dentro de mí.

Dorian colocaba su mano en mi muslo desnudo y me sonreía de cuando en cuando. Era como si cada vez que hacía eso intentaba recordarme todo lo que dijo anoche.

Llegamos a casa y Dorian fue el primero en bajar para después ayudarme a mí. Mis talones dolían gracias a los tacones que llevaba puesto y como si hubiera leído mi mente me cogió de los muslos y me cargó entre sus brazos. Esto parecía un sueño que quizá terminaría pronto, pero al menos lo tenía en este momento y eso era lo único que importaba.

—Es mejor que yo entre primero —le dije aun en sus brazos —, no quiero que entres y la primera impresión que te lleves de mi madre es que es una fumadora profesional.

Él solo se limitó a reír y después me bajó de sus brazos.

Le lancé una última sonrisa y giré el pomo de la puerta. Como era de esperarse estaba sin seguro y me adentré de inmediato. Inspeccioné la casa y por suerte mi madre estaba cocinando mientras escuchaba canciones italianas.

—He vuelto...

Cuando ella escuchó mi voz se volteó de inmediato, mirándome con sorpresa.

— ¡Cariño! ¡No vas a creerlo! —Ella dejó todo lo que estaba haciendo y corrió hasta mi lugar — Un apuesto chico ha venido a buscarte por la noche.

La vi confusa.

—Parecía muy desesperado y le he dicho que estabas en la fiesta, creo que le di una buena dirección... ¿Ha llegado a la fiesta?

—Sí, señora.

Crispé cuando escuché la voz de Dorian detrás de mí.

—Ya la he encontrado —agregó.

Dorian me cogió de la cintura y me rodeó con su brazo. Al finalizar aquella acción mi madre se cubrió la boca y nos miró a ambos con asombro, parecía intentar creérselo.

— ¡Por Dios! ¿Estáis saliendo? ¿Por qué no me dijiste que estabas saliendo con un chico tan majo? —Lo último lo dijo mirándome. Una gran sonrisa se pintaba en su rostro y logró sacarme una a mí.

Dorian y yo nos limitamos a vernos con sonrisas coquetas y dejar que nuestros ojos hablasen. Mi madre pareció pillarlo de inmediato.

— ¡Cielo santo! Pero ¡qué alegría! ¡Ay por el amor a Dios! ¡Entrad! Hoy comerás muy bien, querido.

En lugar de sentirme incómoda me sentí feliz. Mi madre se veía muy contenta y eso me alegró el día.

...

Sé que enamorarme de Dorian ha sido el peor error que alguna vez pude haber tomado y he tomado muchas malas decisiones. Pero quizá durante nuestra vida juntos puedan existir días como este, él acariciando mi mano mientras nos encontramos sentados en el comedor de mi casa, sonriendo y susurrándome cuanto me ama. Quizás el destino quería unirme con, desde el punto de vista de la sociedad, una mejor persona, pero para mí no existe alguien mejor que Dorian, sé que estoy entrando a un mundo lleno de peligros, de discusiones, de corazones rotos..., pero también estoy entrando en un mundo lleno de amor puro que, a pesar de todo, luchará e intentará seguir en pie. Es un amor que el mundo ve imposible.

Ruina Mental: Dorian Gray ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora