CAPÍTULO 28
Anabeth
— ¿Quieres darme un besito? —Me dice y se echa a reír en mi oído.
Dorian está completamente loco y tierno, parece que se ha bebido algunos litros de alcohol, pero no, al parecer la píldora antidepresiva ha elevado a tope sus niveles de endorfina.
—Solo uno —digo en risas y me vuelvo a él para besarle con suavidad —, ahora duerme.
Nos encontrábamos tumbados en la cama desde ya hacía unas cuantas horas.
Dorian hace un mohín.
—No puedo dormir —hace un puchero de lo más tierno. Agradezco que él esté así, puesto que con anterioridad estaba molestándose y empezaba a ponerme nerviosa —. Hace mucho frío.
—Pues ponte algo que te cubra más —me río —, así no te congelas.
—Uhmmm. No mejor abrázame, así se me quita más rapidito.
—Vale —gruño abrazándole. Si no estuviéramos en completa oscuridad y casi adormilada seguro estaría flipando en este instante.
***
Posteriormente Dorian pareció quedarse dormido, pero yo no. Yo estaba sumida en mis pensamientos, en todos los problemas que vendrán mañana, en cómo me podré arrepentir de algo que realmente anhelaba. Desde que conocí a Dorian supe que detrás de él vendrían muchos problemas, que todas las personas lo juzgaban por una razón y debía alejarme lo más antes posible, no obstante, mi terquedad me obligó a quedarme junto a él y terminar así; abrazándolo e imaginándome millones de cosas junto a él. Y lo peor de todo es que le he puesto los cuernos a mi novio quien posiblemente en este instante esté preocupado por mi paradero.
¿Qué clase de pecado es este? ¿Qué clase de infierno me merezco? Seguro debo estar quemándome en él ahora mismo, pero... ¿Así se siente? ¿Así de bien se siente?
—Odio mi vida.
Me desperté improvistamente. Casi temblando al no recordar que realmente me encontraba en la cabaña de Dorian. Lo primero qui hice fue encender la lampara que tenía a mi lado y entonces lo miré.
Dorian estaba en el borde de la cama, despeinando su melena y sollozando algo. Con el corazón desbocado me lancé hacia él y empecé a formularme algo para hablarle y preguntar qué le sucedía.
—¿Por qué estoy aquí? —sollozó.
Estaba asustada y el corazón me latía como nunca. Era la primera vez que no sabía cómo actuar ante un paciente... o ante lo que fuera que fuese Dorian de mí.
—¿Qué sucede? ¿Dorian?
—¿Por qué estoy aquí? —repitió —Odio a mi madre.
Tragué saliva.
—¿Qué dices...?
—Ella me trajo a este lugar ¡Todo es su culpa! —De pronto él se levantó y empezó a dar guantadas en el aire.
No sabía realmente qué hacer.
—¿Quieres que llame a alguien?
—¿Quieres que me aten a una silla y empiecen a colocarme agujas como a un maldito loco?
—Por supuesto que no...
Él se lanzó al suelo de pronto. Se hincó sobre sus rodillas y empezó a llorar con más fuerza.
Estaba teniendo una recaída... un momento de ansiedad para ser más específicos.
—Dorian —dije al mismo tiempo que me hinqué de rodillas al lado de él.
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Ruina Mental: Dorian Gray ©
Ficción GeneralTras ser diagnosticado de estrés postraumático; Dorian Wolfe Gray es trasladado al famoso centro de rehabilitación HELPWOOD en Washington, donde conoce a Anabeth Michaels, una pasante en el centro. Ambos se sumergen en un mundo lleno de peligros, i...