Capítulo cincuenta y ocho|Ruina Mental II

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Capítulo 58

Horas antes

Anabeth.

Leía todos los papeles que me había proporcionado Daisy en la casa de los Gray. Al parecer ella había firmado un contrato por diez mil dólares que luego se elevaron a treinta mil para conservar en recóndito aquel trato. Absolutamente nadie sabía nada de aquel trato..., absolutamente nadie conocía a Susana en realidad.

Entonces mientras pasaba página por página una de ellas se me cayó gracias al viento, pero entonces, cuando bajé por ella leí lo siguiente:

RUINA MENTAL

27 de marzo de 1999.

Runa mental. El aparato del futuro que ha fundado el famoso centro de rehabilitación mental HelpWood en Monte Carlo, FR.

Aquello parecía ser una columna de un periódico, así que seguí leyendo.

El doctor Spencer Wood y sus certificados psiquiatras han conseguido darle un antes y un después a la humanidad consiguiendo inventar la primera maquina restauradora de mentes.

Sin embargo, el nombre "Restauración mental" ha pasado a convertirse en "Ruina mental" al comprobar el peligro que puede causar dicha maquina en los seres humanos. Según el experto en psiquiatría William Schneider la maquina podría causar estragos en el sistema nervioso y en las neuronas del cerebro de una persona, esto se debe gracias al excesivo uso de radiación: causando desde la perdida total de la memoria, hasta la muerte.

Las criticas que se ha llevado el hospital han logrado llevar a la quiebra a el doctor Spencer Wood. Dejando al famoso hospital completamente deshabitado...

Las siguientes palabras apenas y se podían apreciar y, por lo tanto, era casi imposible leer lo que decía.

Los pies me hormigueaban..., ¿entonces el doctor Spencer había sido un fraude? ¿Él había fracasado en Francia?

La cabeza me daba vueltas y no quería seguir sacando conclusiones antes de tiempo.

No entendía por qué Daisy me había dado ese artículo... quizá se le había escapado a través de los papeles o quizá quiso decirme algo...

Sentía que había algo importante escondido en aquellas palabras, algo que lógicamente tenía que descifrar.

...

Me encontraba en las afueras de HelpWood y el solo hecho de colocarme en el umbral y respirar el frío aire de Washington me causaba escalofríos. Recordar y pensar que fui parte de este lugar me llena de tristeza... Toda mi vida había sido un sueño ser parte de HelpWood, ahora, el solo volver me causa repulsión.

—No puede seguir aguardando aquí, señorita.

El hombre de recepción, aunque me veía con lastima, simplemente se negó a dejarme dar un paso más.

—Te he dicho que no me iré hasta ver a Susana Darcy.

Estaba dispuesta a enfrentar a Susana o... Molly. No estaba segura si estaba mentalmente bien como para enfrentar a una mujer que ahora de solo pensar en todas las cosas que le hizo a Dorian me da asco. Estaba segura de que probablemente perdería el control en cuanto la viera. La adrenalina que sentía era indescriptible, mis puños temblaban con el solo hecho de pensar en que estábamos pisando el mismo piso.

—Y yo le he respondido que no puedo comunicarme con ella por ahora —respondió muy cortésmente el recepcionista.

—Pues aquí me quedaré...

—¿Anabeth?

Selena estaba cruzando el pasillo cuando se detuvo para verme cara a cara. La miré con cierto desprecio pues por alguna razón despreciaba todo de aquel lugar. Sin embargo, Selena no era culpable de nada y yo debía de empezar a controlarme.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó acercándose hasta la recepción—¿Piensas en volver al trabajo? — Una pequeña sonrisa se había dibujado en su rostro.

Pero yo la borré de inmediato con mi respuesta:

—No y gracias al cielo no pienso hacerlo. Necesito hablar con Susana Darcy —corté.

Ella me miró con un atisbo de recelo.

—Sabes que no puedes estar aquí. He escuchado que Darcy te ha dado una orden de restricción...

—¡Me importa un bledo lo que ella haya dicho! ¡Necesito verla ahora mismo! —Salté haciendo el imprevisto amague de empujarle.

Hasta que ya había amenazado con golpearla me había dado cuenta de mi error.

El recepcionista llamó a los guardias quienes de inmediato me interceptaron y me cogieron de las muñecas para luego arrastrarme hasta la salida.

—¡Por favor, Selena! ¡Me conociste! ¡No estoy loca! ¡Dorian está en peligro, lo sé! ¡Susana no es quien realmente crees! —Entonces hice lo único que se me ocurrió: Me zafé del agarre de uno de los guardias y sacando de mi bolsillo el contrato que me había entregado Daisy lo lancé en el aire. El guardia volvió a cogerme de las muñecas y empezó a tirar de mí mucho más fuerte — ¡Léelo! ¡Ayuda a Dorian! —fue lo último que alcancé a decir cuando uno de los guardias me empujó y casi caigo al piso.

El hombre robusto cerró la puerta de vidrio y lo único que alcancé a ver fue a Selena cogiendo los papeles. Ella los empezó a leer, así que me acerqué al cristal y grité a través de él —: ¡Por favor! ¡Busca a Darcy!

Selena estaba completamente confundida, se podía ver a través de sus ojos, pero aún así pude ver que hizo lo posible por asentir con total sinceridad y nerviosismo al mismo tiempo. Tras lanzarme una mirada llena de curiosidad corrió con los papeles en mano hacia el pasillo principal y se adentró en el hospital.

Ahora lo único que me quedaba era colocarme en cuclillas frente al hospital y esperar alguna respuesta.

Ruina Mental: Dorian Gray ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora