Zayn
—¡Au!—me quejo cuando el algodón se vuelve a apoyar sobre mi ceja cortada.—si vieras como lo deje a él, mamá.Rueda sus ojos tirando el algodón ya usado en el techo de basura. Deja una pequeña curita en mi ceja partida y se aleja sin mirarme.
—No me gusta que andes peleando y lo sabes.—Habla desde la cocina.
Me levanto del sofá y la sigo. Me siento en una silla frente a ella. Su ceño fruncido mientras me mira con reproche ahora.
—Encima lo cuentas con orgullo.
—Lo siento.—Murmuró agachando la cabeza. —pero me siento orgulloso de haberle roto la cara.
—¡Zayn!—grita enojada. La miro.—¿Por que lo golpeaste? ¿Sabes que desde hoy no han dejado de hablar sobre ti y esa pelea?
Alzo los hombros mientras asiento.—Lo sé.
—Ellos dicen que peleaste por defender a Gigi.
Mis ojos se abren cuando ella termina de hablar. Cruzó los brazos sobre mi pecho negando.
—Ella ni siquiera estaba.—me quejo.
Una triste sonrisa se posa en su rostro, su mano se estira sobre la mesa queriendo llegar la mía. Lo hace.
—Deja que sea feliz.—pide en un susurro dándome un apretón. La miro confundido.—tienes que dejarlo ir.
Alejo mi mano rápidamente de la suya como si quemará. Estoy por levantarme y alejarme, pero ella vuelve a hablar.
—Fuiste tú quien se alejó, no puedes volver cada vez que él está intentando olvidarte.
—No puedo evitarlo.—Mi voz se quiebra mientras las lágrimas me nublan la vista.—mamá, me duele tanto, porque sabes que nunca quise alejarme de él.
Se levanta para sentarse en la silla que esta a mi lado. Sus tibias manos alzan mi rostro, comenzando a limpiar las lágrimas rodando en mis mejillas, un triste suspiro sale de sus labios.
—Se que te duele, te he visto. Sabes que fui yo quien te levanto cuando no querías seguir, como lo estoy haciendo ahora.—susurra. Asiento apoyándome en su toque en mi mejilla.—Volverás a enamorarte, estoy segura.
—Mamá—susurro en un sollozo. Sus ojos me miran con ternura. Hablo lentamente queriendo que entienda. —no quiero a nadie más, no creo poder enamorarme de alguien si no es él.
—Zayn...
—Lo amo y no quiero tener miedo de decirlo, quiero que todos lo sepan.—la interrumpo. Nuevas lágrimas comienzan a acumularse.—porque para mi amar a Liam es algo hermoso, no algo que tendría que callar.
Alzando la mirada veo las lágrimas adornar sus mejillas y se cuando le duele verme así, porque no es la primera vez en la que ambos lloramos por lo mismo. Estiró mi mano y con la yema de mis dedos soy yo ahora quien borra sus lágrimas. Su mano toma la mía y la deja apoyada en su mejilla.
—Quizá algún día. —susurra apretandome en sus brazos.
Asiento escondiendo mi cara en su cuello, sus manos frotan mi espalda de arriba abajo por unos minutos antes de que nos separemos. Le sonrió.
—Gracias.
Rueda sus ojos mientras niega.—No hay nada porqué decir gracias.
Asiento. Ella se levanta y se acerca a la heladera. Saca un par de cosas y las deja sobre la mesada. Voltea a verme.