Los brazos de Liam me mantienen pegado a su pecho, mientras que su tranquila respiración choca con mi nuca. Sus manos apoyadas sobre mi cadera como si fuese a escaparme, lo cual es tonto, porque yo podría despertar todos los días de mi vida así.
Girándome lentamente para quedar frente a él. Su rostro sin expresión, viéndose igual de hermoso, sus ojitos cerrados, se ve tan débil que siento la necesidad de protegerlo, de abrazarlo y no soltarlo nunca. Acercando mi mano a su cara, con la punta de mi dedo delineó lentamente su nariz, para luego bajar hasta sus labios entreabiertos. Su nariz de arruga, mientras que sus ojos ahora me miran. Me sonríe sin mostrar los dientes, segundos después sus ojos se abren demás y soltando mi cadera se levanta rápidamente de la cama.
—¿Liam?—Murmuro mirando como toma su cabeza en sus manos, mientras pasea de un lado al otro por la habitación. Se acerca otra vez a la cama y se sienta en la orilla lejos de mi.—¿Estas bien?—Me atrevo a poner una de mis manos en su espalda. Él se sobresalta mientras asiente.
—Lo siento por lo de ayer. Por venir a altas horas de la noche aquí. —Susurra levantando la cabeza para mirarme.—Por abrazarte de esa manera, yo en serio lo siento. Y me arrepiento.—Termina. Mi corazón no puede doler más.
Él se arrepiente del simple hecho de haberme abrazado por la noche. Tragando saliva me preparo para hablar, pero no puedo decir nada. No cuando tengo un nudo en la garganta. Palmeando su espalda, le sonrió.
—¿Estamos bien?—Me pregunta acercándose más a mí. Asiento. Sus ojos recorren toda mi cara.
El celular de Liam suena desde la mesa de luz. Él me mira por última vez, para luego estirarse y tomarlo. Su ceño se frunce al leer la pantalla. Dando un suspiro atiende.
—¿Que?—Responde secamente. Rueda los ojos, para luego sonreír y levantarse de la cama, mirando por toda la habitación, antes de agacharse a un costado de la cama y tomar su pantalón.—Sí, si podemos. En veinte estoy ahí. —Termina la llamada. Me mira sonriendo, comienza a poner sus jeans sentándose otra vez a mi lado.—Era Sophia, quería hablar conmigo.
—Ah.
—¿Ah? ¿Solo diras eso?—Se burla, se para de la cama y abrocha su pantalón.
—¿Que querías escuchar?—Liam se gira a verme, mientras eleva sus hombros.—¿Que estoy feliz por ti? —Vuelvo a preguntar, tratando que mi decepción no se note en el tono de mi voz.
Él niega.
—Solo lo que sientas.
—Por eso.—Le sonrió.—Ah.—Liam rueda los ojos, ata los cordones de sus zapatillas con rapidez. —Lo siento, pero simplemente no me interesa lo que tengas con ella.
—Que buen mejor amigo eres.—Me responde sarcástico. Camina a la puerta de mi habitación. Se apoya en el marco y me mira.—Gracias por haber estado ayer.
Asiento.
—Apurate, ella debe estar esperando por ti, Liam.
Liam vuelve a adentrarse a la habitación. Se acerca a mi, agachándose a mi altura, apoya sus manos en mis muslos.—¿Por qué eres tan ciego?—Susurra. Su mano apreta uno de mis muslos, para luego levantarse y salir de la habitación.
Se escuchan sus apresurados pasos bajar la escalera, la puerta de entrada siendo abierta. Un “te quiero" en forma de grito, y luego el ruido de la puerta siendo cerrada con fuerza.
•••
—¿Que haremos hoy?
—Tratar de conquistar...