10. Decisiones.

1.4K 134 12
                                    

Escapé. Como de costumbre.

Pero con la única diferencia de que, por esa vez, una sonrisa estaba dibujada en mi rostro.

Y en mi interior se manifestó un remolino de emociones muy difícil de explicar.
Ansias, orgullo, con toques de euforia y un poco de arrepentimiento.

Y no sabía con exactitud a cual de todas debía aferrarme.

Convencida de que el agua ayudaría a apagar el calor de mi rostro, me adentré al baño, quedándome junto a la puerta mientras soltaba toda mi tensión a través de un suspiro.

Lo que pasó en mi habitación había sido lo más raro que me ocurrió estando en Corea, y ni siquiera habíamos llegado a tercera base.

Si bien un par de besos no era la gran cosa, lo que me llevó a hacerlo fue lo que me extrañaba.


Un mensaje.


Sólo eso.



Quería reírme, realmente me costaba creer que aquello fue el final de la mecha que me llevó a explotar.
Sobretodo porque se trataba de algo que mi padre me diría en un día cualquiera.


"Llama a tu madre y comunícale como van las cosas. Está preocupada por ti.
En cuanto a mi sólo me interesa que no lo hayas arruinado otra vez. Sabes bien que dos veces no te perdonaré".

No había un saludo, ni preguntaba como me encontraba. Sólo quería dejar en claro que no era un mensaje, sino una amenaza.

Porque si las cosas no marchaban como el esperaba, el castigo sería peor.

Me avergonzaba decir que había logrado afectarme.
Pues importandome poco y nada si llegaba a romper algo, lance cuanta cosa se me cruzaba por toda la habitación.
Lloré un poco, y grité más de lo debido, pero eso me sirvió para sacar aquello que estaba conteniendo.

Mi padre era un hombre orgulloso, bastante frío como para cumplir su rol de progenitor como era debido.
El no me veía como su hija, me veía como una muñeca a la cual presumía frente a sus colegas.

Los mejores institutos, las mejores clases de etiqueta y las mejores prensas vistiéndome de pies a cabeza.

Todo con la finalidad de hacerme una persona digna de llevar su apellido.


Pero...

Yo no quería ser eso. Yo no quería ser una muñeca, yo quería ser real.

Y para serlo, tenia que cometer errores.


O más bien, uno solo. Aquel que me hizo darme cuenta que la vida que estaba viviendo no era mía, sino de aquellos que esperaban grandes cosas de mi.

Solía recibir invitaciones de chicos. Ya sea de forma amistosa o con otras intenciones, pero siempre las rechazaba por miedo a que mi padre se enfadara conmigo por pensar en salir con chicos y no en ser una buena niña.

Pero aquel día, simplemente me importó una mierda lo que pudieran llegar a decirme.

En mi casa, a cierta hora. Invite a un compañero a una reunión de estudios.

A sabiendas que ninguno de los dos estaba dispuesto a tocar ni una página de los libros.

Empezó como uno esperaría que lo hiciera. Miradas tímidas, un chiste para romper la tensión.
Uno se acerca al otro con cautela, pegando "accidentalmente" un hombro con el otro.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora