25. Monstruo.

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—Ya puedes salir, muchacho.

El guardia abrió la celda concediéndome la libertad. Haciéndome prometerle que no volvería a meterme problemas, y que lo sucedido en la noche anterior no volvería a ocurrir.

Con pena, hice una reverencia, agradeciéndole por sus servicios. Aparentando estar arrepentido.

Porque, durante la noche cuando tuve tiempo de pensar y recapitular los hechos, caí en cuenta de que lo volvería a hacer. Todo con tal de proteger a Violet.

Lo único de lo que me arrepentía, era de no haber esquivado aquel golpe desesperado que lanzó cuando lo deje en el suelo. Daba por asegurado que mi rostro estaba magullado, y una fea marca violácea rompía con la palidez de mis mejillas (sin mencionar el hecho de que mis nudillos estaban destrozados a causa de los brutales golpes).

Al llegar a casa tenía que dar explicaciones, y no quería que Violet se preocupara por mi. Me había convencido de que lo mejor sería que ella no conociera ese lado de mi.

Ganar su confianza había sido difícil, y tirar todo aquel esfuerzo a la borda por mi lado "malo" no estaba en mis planes.

Quería estar con ella, sentir eso que me reconfortaba que sólo nacía cuando Violet estaba a mi lado, y ser feliz en ese pequeño mundo que creamos.

Lejos de todo lo malo, lejos de toda la gente que creía que lo nuestro era de "locos".

Sonreí al pensar en ella. Y ese pequeño incentivo me motivo a caminar hasta alguna estación de servicio cercana para usar el baño.
No me había visto en el espejo, pero por las miradas curiosas (y algunas de asco) que recibí por parte de la gente que pasó por mi lado, me era fácil adivinar que mi imagen era deplorable.

No quería que ella me viera así. No aguantaría verla con una expresión triste en su bonito rostro por mi culpa.


Porque sí, ella se preocuparía por mí. 


Así que, decidido, me acerqué a la primer estación que vi y me adentré en el baño. Cerrando la puerta detrás de mi en busca de un poco de privacidad.
Observé mi reflejo en el sucio y viejo espejo, deformando mi rostro en una mueca desagradable al notar que, en efecto, el golpe que BamBam me aventó fue más duro de lo que creí.

La marca violácea tenia una pequeña línea rojiza en el medio. Una que seguro sangró durante la noche.

Debía inventar una buena excusa al llegar a casa. No sólo por la pequeña, sino también por mi madre.

No podía decirle que es lo que pasó, pues lo mío y lo de Violet era un secreto que ambos compartíamos. Y decirle que pelee con BamBam por ello solo empeoraria las cosas.


Tenía mucho que pensar, pero el tiempo era escaso. Y sinceramente, no tenía ganas de planear una excusa elaborada cuando solo bastaba decir que me habían asaltado a la salida del bar.

Con cansancio, me lave el rostro y traté de acomodar mi cabello enmarañado. Mi camisa tenían manchas de la sangre de la persona a la que todos conocian como "Mi amigo".

Chasquee la lengua con molestia cuando las manchas se dispersaron, haciendo que la suciedad de mi camisa sea más notoria. Pero al notar como el color se aclaraba, me decidí a decir que sólo había dejado caer un poco de vino.

Mire mi reflejo y bufé con resignación. No había más nada que hacer con respecto a mi aspecto.
Busque mi celular y contuve las ganas de gritar de frustración al notar lo destrozada que estaba la pantalla.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora