4. BamBam.

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Durante la semana había notado un humor diferente en Jaebeom.
Estaba más alegre, más risueño. Y no era porque yo había aceptado su amistad, sino por sus otros amigos.

No me molestaba, de hecho, me hacían un gran favor al tenerlo ocupado planeando la reunión. Pero por dentro, sentía un gran malestar al escucharlo platicar animadamente sobre los planes de esa noche.

En mi interior sucedían muchas cosas, y en unas pocas pude encontrar el nombre esos sentimientos.

¿Celos? Un poco.

¿Envidia? Super acertado.

¿Enojo? Injustificado.

Pero... ¿Quién podía culparme? Después de todo, era válido sentirse así. Mucho más teniendo en cuenta que, desde que llegué, no había recibido ni una llamada.
Ni de mis "amigos", ni de mi familia.

Nadie sabía como estaba, como me sentía. Si me agradaba el lugar, si la comida me parecía rica. So tenia problemas, si necesitaba ayuda.

Pareciera que con mi partida había borrado todo recuerdo sobre mi persona de sus memorias.

Estaba sola y no tenía a nadie.

Esyaba Jaebeom, sí.
Pero todavía no llegábamos a ese nivel de confianza.
No me sentía lista para ventilar mis frustraciones con el. 

Y eso era lo que detestaba.

Porque sabía que en ese momento en donde el timbre sonó, recibió a sus amigos con euforia, felicidad y cariño.
Que todos tomaron asiento en el sofá, y hablaron de como fueron sus días, que cuando la nostalgia los golpeara comenzarían a hablar sobre los momentos que pasaron juntos. Que al irse, el podría seguir en contacto con ellos, ya sea por otra visita o por algo tan simple como lo era un mensaje.

O quizás no ¿Pero quién estaba realmente seguro de aquello?

Después de todo, si prestaba atención, podía oír claramente las voces masculinas en la sala. Llenando ocasionalmente la casa de risas.

¿Y qué hacía yo? Me escondía en mi cuarto, negada a salir y arruinar el ambiente amigable de la casa con mi pesimismo.

Jaebeom me había ofrecido a unirme a ellos, pero nada tenía que hacer metida en su grupos de amigos.
Ni siquiera me atreví a bajar a saludar, y sabía que era muy descortés de mi parte.
Pero solo por hoy, me daría el lujo de guardar las etiquetas, y me quedaría encerrada en la seguridad de mi habitación, ahogándome en mi propia rabia.


O al menos, eso era lo que tenía planeado.




Al rededor de la media noche, un gruñido en mi estómago delató el hambre que tenía.
No había cenado, ni siquiera había bebido algo para apaciguar las ansias de comer.
Porque si salía, tenía que cruzarme con los amigos de Jaebeom, y yo no quería eso.

Pero no podía quedarme así, dormir con hambre provocaría que a la mañana siguiente me despierte con mareos y malestar.
Así que a regañadientes, me levanté de la cama, buscando prendas que fueran lo suficientemente grandes para cubrir todo mi cuerpo. Principalmente el pequeño short que usaba para dormir.

Luego de vestirme con un hoodie tres veces más grandes que yo, caminé de puntillas hasta la puerta, abriendola lentamente, asomando mi cabeza por el pasillo.
Las escaleras daban directamente a la sala, y evitarlos era casi imposible.

Aunque podría pasar de largo. Ignorarlos y llegar a la cocina sin problema.

Después de todo, tenía la creencia de que mi presencia era tan irrelevante como para pasar desapercibida a los ojos de cualquier persona.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora