34. Gracias.

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Ni bien habíamos apoyado el trasero en nuestros asientos, ambas nos sumergimos en una charla bastante interesante sobre varios temas.

Música, cine, televisión e incluso política.

Todo lo que decía lo escuchaba con admiración, como quién oía su canción favorita en la radio.

Lisa era increíble, tenía sus valores bien definidos y amaba la manera en la que los defendía a capa y espada.
También había descubierto que amaba bailar, y también mencionó con ojos esperanzados que uno de sus grandes sueños era debutar como Idol. Y pese a que yo no estuviera muy contenta con la idea-pues el mundo de la fama siempre me causo cierto repelús-, me limité a desearle lo mejor y darle mi apoyo para que ella cumpliera su sueño.

Me resultó un poco incómodo que me preguntara sobre mi futuro, pues nunca había pensado en ello. Pero para no hablarle sobre mis problemas me limité a decir que quería formar una familia y poner una tiendita en algún pueblo pequeño.

Luego de haber consumido nuestras ordenes y discutir por cinco minutos porque yo insistía en que en algún momento le devolvería el dinero que gastó en mi, Lisa ganó en el "piedras, papel o tijeras" festejando con un extraño baile antes de salir por la puerta del local mientras me obligaba a prometerle que no le daría ni un solo centavo.

Sus manos no tardaron en buscar las mías, arrastrándome nuevamente junto a ella por las concurridas calles de Seúl.

No sabía a donde me llevaba ni que planes tenía para lo que restaba del día. Sólo podía pensar en el acelerado ritmo que mi corazón alcanzaba cada vez que ella volteaba a verme, sonriéndome en complicidad.

La dejaba tomar el control de mis extremidades e incluso de mis pensamientos, pues desde que la conocí siempre buscaba la manera de colarse entre ellos.

—El día está bonito...—Volteó nuevamente, sonriéndome como acostumbraba—... pero sin duda tu lo eres más.

No sabía que objetivo tenía al decir aquellas palabras, pero si buscaba que sonriera cual idiota enamorada; sin duda lo había conseguido.

En un arranque de valor, frené nuestros pasos, tirando de sus brazo con fuerza para atraerla hacia mí.

Enredé mis brazos por su cuello, obligándola a que se agachara un poco, pues la pelirroja era varios centímetros más alta que yo.



—Seré bonita y toda la cosa, pero tu eres la persona más bella que he conocido en mi vida.

Creí que se avergonzaría y que incluso que me alejaría de ella, pero olvidé que Lisa era fan de esas muestras empalagosas de cariño.

No tardó en soltar una risita risueña antes de enredar sus brazos en mi cintura, dejando un casto beso sobre mi frente.

La odiaba, pero odiaba aún más los efectos que causaba en mi. Por ejemplo que mi corazón diera vuelcos extremos y que mi cara empezara a arder como las brazas.

Lisa despertaba sensaciones que crei haberlas dado por perdidas y de nuevo ese miedo aparecía en mi, porque verla sonreír era una de mis cosas favoritas y temía que mi mala suerte hiciera su gran entrada en cualquier momento, arruinando todo nuevamente.

—¿Que quieres hacer ahora?—Preguntó aún pegada a mi, murmurando en voz bajita. Haciendome sentir cosquillas cada vez que su respiración golpeaba con suavidad mi rostro.

—Vayamos a un lugar a descansar—Sugeri con timidez, recibiendo una respuesta afirmativa por parte de la pelirroja.

Tiró de mi mano nuevamente, haciendo que me preguntara porqué ese gusto en arrastrarme a todos lados como si fuera una muñeca de trapo.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora