15. Cambiar.

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Mi cuerpo chocó contra la pared con brutalidad, dejándome sin aire cuando sus labios atacaron los míos con ferocidad.

Sus manos recorrieron mi cuerpo con violencia, asegurándose de que no quedara ningún espacio sin acariciar.
Abrí los ojos, sonriendo en mis adentros al notar lo perdido que estaba en su tarea, sintiendo un reconfortante calor naciendo en mi interior.

—¿Sucede algo?—Preguntó separándose ligeramente, cambiando la dirección de sus manos para llevarlas a mi cintura.

—Nada importante—Aseguré volviendo a besarlo.


Tenía que ralentizar el tiempo. Aún no estaba lista para darle aquello que prometí, me sentía muy nerviosa al respecto.

Sabía que si hacía mención a aquello arruinaria el ambiente que me había costado conseguir.

Jaebeom me besaba con pasión, como su hubiera estado esperando por ese momento. Y la serenidad que reflejaban sus ojos cada vez que me miraba para asegurarse de que estuviera siguiendo el ritmo, se sentía bien.

No quería que me reclamara mis verdades y que se enfadara por lo caprichosa que podía llegar a ser. Quería que se sintiera bien, pero para eso, tenía que relajarme.

Me separe de sus labios y tomé un rumbo diferente, marcando un camino de besos desde la comisura de su boca hasta el lóbulo de su oreja.
Sus manos me apretaron con fuerza, robandome un jadeo que provocó que Jaebeom suspirara, dejando al descubierto uno de los puntos sensibles que usaría minutos más adelante.

—Vayamos a la cama...—Susurré.


Al recostarnos en ella, el cambio en el ambiente fue notorio.
Jaebeom no buscaba tocarme con la misma ferocidad que antes, en cambio, solo me acariciaba con delicadeza.

Curiosa por su comportamiento, besé sus labios de manera superficial, robandole la primer sonrisa genuina del día.

La reacción que obtuve no fue nada a lo que esperaba.

Fue mejor.

Buscó una posición cómoda para abrazarme, y luego, recostó su cabeza sobre mi pecho, pidiéndome en un susurro que acariciara su cabello como solía hacerlo.

Y mientras lo hacía, comenzaba a creer que eso; no era tan malo.

Si tan solo las cosas hubieran empezado de esa manera, nos habríamos ahorrado muchos problemas.

Sin discusiones, sin juegos tontos, solo momentos de paz.

Era distinto.
Estar en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Eran situaciones que fácilmente uno podría catalogar como "especiales".

Me tomó unos momentos acostumbrarme, después de todo; Jaebeom sería el protagonistas de esos recuerdos.

Y lejos de lo que uno podría llegar a imaginar; no me disgustaba en lo absoluto.

Mi imagen de el había cambiado en cuestión de minutos, y ya no lo veía como el ser despreciable que llegué a creer que era.

El hombre que tenía entre mis brazos, se trataba una persona frágil, con muchas heridas que aún no lograba sanar del todo.

Era el verdadero Jaebeom.

Más real, más sincero.

La versión que comenzó a ser mi favorita.

Y mientras pensaba en ello, una pregunta surgió en mi interior:

¿Había llegado al punto en el que yo podía sentir lo mismo que el?



Porque comenzaba a sentir su mismo dolor, y tambien: comenzaba a arrepentirme de las cosas que hacía o decía.

Bajé la cabeza, encontrándome con su mirada expectante, sintiendo un remolino de sensaciones en la boca de mi estómago.

Sus ojos brillaban con intensidad, diciéndome a través de ellos lo que en palabras no se atrevía a decir.

Inconscientemente lleve mi mano a su mejilla, en donde con delicadeza-y un poco de miedo- acaricie con suavidad, acompañándolo en su sonrisa.


—Ya me siento bien...

—Me alegro oír eso—Respondí con sinceridad.

—Lamento haberte traído hasta aquí... supongo que ya deseas irte a casa.

Negué con la cabeza, acomodandome para ser yo quien lo abrazara a él.

Hundí mi rostro en la curvatura de su cuello, rodeando su cuerpo con mis brazos mientras me dejaba llevar por las nuevas sensaciones que estaba experimentando.

No sabía de lo que se trataba, si era lastima o un deseo interno que poco a poco comenzó a manifestarse.

Quería conocerlo más, saber el porqué de sus miedos. Conocer su historia y ayudarlo a salir de ese pozo en el que se había metido.

Pero también, quería que el me ayudara. Darle a entender que ninguna persona representaría una amenaza; porque en ese momento me sentí solo de él.

Y volvía a repetir; no sabía si lo que pasaba era bueno o malo.

Tenía muchas preguntas, y las respuestas de ella posiblemente me provocarían más miedo que agrado.

Pero no me importaba.

No me importaba si al día siguiente las cosas entre nosotros comenzaban a cambiar.
No me importaba si volvía a ser el mismo idiota de siempre...

...No me importaba nada.



Lo único que tenía en mente era disfrutar el momento, y desear que Jaebeom supiera que no lo odiaba, y que ese día mientras el me abrazaba; descubrí que su cuerpo encajaba perfectamente con el suyo.

Y qué el ruido de nuestros corazones latiendo en sincronía y con la misma velocidad; había sido la cosa más satisfactoria que había sentido.











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SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora