47. Despedida.

576 48 14
                                    

El fin de lo "nuestro" había llegado.
Prepararme para ese momento nunca fue una opción para mi. Y aquello, me hizo pagar las consecuencias que un corazón roto traía.

Después de que Violet declarara su odio hacia mí. Sentí como el mundo se caía a pedazos.
No pude hablar, no tuve reacción. Sólo me quedé en silencio; observando como se marchaba de la habitación sin voltear hacia atrás.

Estaba acostumbrado a sufrir. Mi naturaleza un poco masoquista creyó que sólo era cuestión de tiempo hasta que llegara a acostumbrarme a ese dolor.

Pero no. Y con el correr de los dias; se volvía más difícil de sobrellevar.

Durante el día, la ley de hielo se hacía presente entre nosotros. Ella me ignoraba, y yo sólo la observaba con la esperanza de que me soltara una simple palabra. Y aquella pequeña muestra de atención; nunca llegaba.

Era difícil, pero por la noche era aún peor.

No podía dormir. Sus palabras quedaron grabadas en mi cerebro, repitiéndose sin cesar cada vez que cerraba los ojos.

Recordarlo era tortuoso.
Su rostro enfurecido, su mirada llena de asco y repudio... y aquella frase. Aquella frase que había resonado en mi incluso antes de ser pronunciada.
Porque yo, muy en el fondo, sabía que el odio de Violet no era sólo un decir.

Me gustaría decir que el saberlo había hecho que el golpe no fuera tan duro. Pero la verdad era muchísimo peor de lo que podría haber imaginado.

Mi corazón estaba acostumbrado a ser dañado de aquella forma. Pero, por alguna razon; el dolor que me hacía sentir por Violet llegaba a ser insoportable.
Anticiparse, mentalizarse... no sirvió de nada. No cuando hasta el sólo hecho de existir me parecía inútil si no la tenía junto a mi.

Quería respetar su enojo, darle su espacio para que pudiera calmarse.

Pero mi necesidad de tenerla era muchísimo más grande.

Y ahí estaba yo. Parado en su puerta a la mitad de la noche, con el corazón en la mano dispuesto a perder la poca dignidad que me quedaba con tal de tener un poco de su atención.

Estaba nervioso. Pero más que eso, me sentía devastado. Los últimos días sin ella habían sido difíciles, pero hice mi mejor esfuerzo para darle el espacio que demandaba.

Pero ya no quería seguir así, necesitaba estar con ella. Sólo con verla por un rato me conformaba. Pero sabía que no sería tan fácil.

Tomé una profunda respiración y golpee su puerta con mis nudillos. Me alejé un paso hacia atrás y esperé pacientemente a su respuesta.

Los segundos corrían, y no se oía nada que delatara que estuviera despierta. Y en un arranque de valor, me atreví a entrar sin esperar su permiso para hacerlo.

Pero antes de cruzar el umbral, una voz en mi cabeza me aconsejó que me tomara unos momentos para intentar relajarme.
La última vez que hablamos, ambos estuvimos controlados por el enojo.
El hecho de no haber cometido una locura podría haberse considerado algún tipo de milagro.

Ya no estaba enojado. Me encontraba triste y desesperado; y no sabía si aquello era peor que lo anterior.

Sin embargo, logré tranquilizarme un poco. Y cuando me sentí con el control completo sobre mi mismo, me animé a avanzar.

Escanee el cuarto con cuidado, asegurándome de no hacer ningún ruido. De reojo pude verla descansando de espaldas a mi.
Mi respiración se cortó por unos momentos, y por un segundo; no pude pensar en otra cosa que no sea en lo sexy que se veía durmiendo de esa manera.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora