3. Amigos.

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Los días habían avanzado con gran velocidad, y sin siquiera notarlo tres semanas se habían cumplido desde mi regreso.
Y en esas semanas, mi relación con la inquilina fue en picada.

No era del tipo que se arrastraba por la atención de las féminas, pero gracias a Violet, descubrí que un poco de ese tipo residía en mí.

Me apenaba admitir que había hecho varios movimientos para captar su atención. Desde sentarme con ella en el desayuno, mirarla con insistencia para que me devolviera la mirada, e incluso había usado un par de movimientos cliché de las novelas.

Lanzarle papelitos cuando cruzaba por la sala, tirar de su cabello de manera juguetona cuando la oportunidad se presentaba, o incluso chocaba con ella de manera "accidental" en el pasillo donde se encontraban las habitaciones.

La última mencionada era la que más resultados traía, pues aunque no fuera culpa de ella, siempre me tomaba del brazo y se disculpaba conmigo por andar distraída.
Pero esa reacción solo pude obtenerla un par de veces, pues después de la quinta, su actitud volvió a ser la misma del principio.

Distante y un poco odiosa.

Y no la culpaba, mi actitud podría llegar a parecerse a la de un niño molesto.
Pero aunque quisiera, no podía parar.

Estaba encaprichado con la idea de tener su atención, y cuando me proponía algo era muy difícil hacerme olvidar de mi objetivo.

Que en este caso, sería acercarme a la pequeña.

Cosa que me era complicada, porque si antes le caía pésimo, ahora estaba cerca de odiarme.

Porque antes, podía verla en la sala, en la cocina y el jardín. Pero ahora, sino estaba en el instituto, se la pasaba encerrada en su cuarto.
Y a la hora de comer, solía visitar la cocina más temprano para evitar cruzarse conmigo. Y ni siquiera podía reclamar por ello, pues mi madre se ausentó por un viaje de negocios. Y la chiquilla aprovechaba aquello para no compartir la mesa conmigo.

Violet era más astuta de lo que me gustaría admitir. Y eso me molestaba, aunque también me divertía.

El solo pensar en ella refugiándose cual ratón a la vista de un gato provocaba grandes risotadas en mi.

Sin ser consciente ella había desarrollado al habilidad de despejar mi mente, sin quiera esforzarse en hacerlo.
Demostrando una vez más lo asombrosa que era.

Quizás estaba pasándome un poco al halagarla de esa manera, pero la paz que me hacía sentir su presencia era inexplicable.

La casa con Violet no se sentía tan grande.

De tener la oportunidad se lo agradecería, pues gracias a este tonto juego comenzaba recordar un poco lo que solía ser antes de que aquella mujer llegara a mi vida.

Un idiota, básicamente. Pero era un idiota alegre, alguien que sabía disfrutar del momento.

Pero no todo era risas y diversión.

Habia algo que me inquietaba, y era lo atractiva que era. Varias eran las veces en la que la había visto escabullirse a la cocina por un bocadillo nocturno, vistiendo una playera suelta y unos pequeños short que no dejaban nada a la imaginación.

Lo había dicho, y volvería a repetir: ella había crecido.
Y su cara angelical contrarrestaba combinado con su cuerpo desarrollado eran la suma perfecta para dejarme sin aire.

Durante las noches, donde mi imaginación se liberaba y mis fantasías tomaban fuerza, me visualizaba junto a ella, en miles de situaciones donde el aire y la ropa eran escasas.
Me sentía mal por pensar en Violet de esa manera, pero no me importaba mucho. Después de todo uno no controla esas cosas, solo suceden y ya.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora