2. Esforzarse.

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Creí que al proponerlo ella me echaría a patadas, pero el resultado fue todo lo contrario.
Lo de la película fue un movimiento acertado, y casi llego a ser perfectamente ejecutado de no ser por algo.

Violet no me había echado, pero si mantuvo su distancia en todo momento.

Desde una esquina del sofá, la pequeña se mantenía resguardada detrás de un almohadón mientras sus ojos estaban fijos en la pantalla.
Mientras que yo, solo me limitaba a observarla de reojo, esperando pacientemente a que ella notara mi mirada.

Pero en este punto, dudaba que algo así ocurriera.

La película estaba en su punto más interesante. Los protagonistas estaban a nada de descubrir cuál era el secreto que el antagonista guardaba como si su vida dependiera de ello.

Y al parecer, para Violet, era muchísimo mejor que prestarme atención a mi.

Cansado, volteé mi mirada hacia ella, observando la serenidad de su rostro, sintiéndome levemente arrepentido.
Pues tenía intenciones de reclamarle por no hablarme. Y si hacia eso, corría el riesgo de borrar aquella paz en su rostro.

Y esa era una imagen demasiado bonita como para echarse a perder.

Era algo irracional, casi rozando lo infantil, pero por unos segundos sentí la grande necesidad de que sus ojos solo estuvieran puestos en mi.

Y avergonzado por ese pequeño impulso de idiotez, opté por quedarme en silencio, repasando su figura y detalles a una distancia segura.

Como ya había dicho, su rostro era la mera representación de la inocencia.
Ojos grandes, adornados de unas gruesas pestañas, con mejillas regordetas y una nariz puntiaguda.
Sus labios eran carnosos, coloreados con un bello y sutil carmín, dándoles una apariencia jugosa y apetitosa. 

Similar a esas ilustraciones de ángeles que se encontraban en internet.

El solo pensar en ello me hacía sentir como un enfermo, y eso que aún no bajaba la mirada hacia su cuerpo.

Mis ojos se fijaron en sus piernas, haciéndome tragar con pesadez ante lo tersas y suaves que se veían.
Subí un poco más, sonriendo ante lo ancha que era su cadera a comparación de su pequeña cintura.

"Ha crecido mucho".

El bichito de la moral comenzó a molestar en mi cabeza; alegando que si seguía observándola de esa manera ella no tardaría en notar mi comportamiento extraño.

Pero...

¿Desde cuándo comencé a preocuparme por nimiedades como esas?

No era una mala persona que usaba a los demás a su antojo sólo para complacer ciertas necesidades...

Al menos no de manera recurrente.

Desde que me alejé de ella había intentado dejar atrás aquella versión de mí que nació estando a su lado.
Todo con tal de olvidar todo lo malo que había pasado con ella.

Obviamente había fracasado miserablemente.
Pues al día de hoy seguía sufriendo las secuelas que esa relación me había dejado.

No negaba que luego de los primeros meses había hecho cosas para mí propio beneficio.
Buscando chicas de una noche, y algunas otras a las que recurría cada semana. Y Esas últimas eran la que peor la pasaban.
Promesas de una relación duradera, romperles la ilusión días después, mofarme en sus caras luego de que descubrieran que solo eran para pasar el rato.
Todo era una cadena de fantasías y burlas.

¿Pero qué más podía hacerle?
Si eso era lo único que conocía.

A la mala aprendí que el mundo se basa en quién controla y en quienes obedecen...

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora