22. Viernes (I).

821 92 14
                                    

El viernes había llegado y junto a él unos nervios increíblemente grandes.

Violet guardaba sus cosas en su pequeña mochila con calma, sin prestarle a atención a lo que pasaba al rededor.

Le había insistido durante toda la semana que se quedara conmigo.
Que no saliera con su amiga, que sea lo que sea que harían podría hacerlo conmigo.

Pero mis súplicas e insistencia no hicieron efecto alguno.

Porque no solo se rió en mi cara, también se había enojado por mi insufrible comportamiento, prohibiendome que me acercara ella hasta que no me calmara.

Estaba frustrado, nervioso y asustado.
La idea de decirle a mi madre que le prohibiera salir pasó por mi cabeza.

Al igual que la descabellada idea tirarme de las escaleras para que ella tuviera que cuidarme por lo que restaba de la semana.

Si, era un enfermo.

¿Pero qué podría hacerle?

Me desesperaba estar separado de Violet, pero me desesperaba aún más saber que no estaría sola.

Suspiré cuando escuché como cerraba su mochila y dejaba caer su cuerpo sobre el pequeño sofá de su habitación.

Me paré de la cama, acercándome lentamente hacia ella. Arodillandome frente a sus piernas, tratando de llamar su atención con toques en sus muslos.

—Vi...—La llamé en un susurro cuando apartó su mirada hacia un costado—Violet...

Decir que aquella pequeña acción no hizo que mi corazón se encogiera sería mentir descaradamente.
Estaba desesperado por un poco de su atención.

¡Y ni siquiera llevába una hora enojada conmigo!

Apoyé mis brazos en sus piernas. Sintiendo como se movía para que dejara de tocarla.

 

—Deja de ignorarme.

Lo que se suponía era una orden pareció ser una súplica. Vi seguia sin mirarme, pero podía ver como sus labios se apretaban entre sí cuando una pequeña sonrisita traicionera amenazó con escaparse.

—Jaebeom—Su mirada volvió a la mía, y me sentí feliz creyendo que ya había cortado con la ley de hielo.

Pero la felicidad desapareció en cuanto sus manos tomaron las mías, apartandolas de sus piernas antes de ponerse de pié.

Me paré como un resorte, asustandola cuando corrí los pocos metros que nos separaban, acorralando su pequeño cuerpo contra la pared.

Tuve un pequeño deja vu, a los primeros días en el que ella y yo comenzábamos a volvernos más cercanos.

—Jaebeom, para de una vez.

Pero ya no era divertido. Me desesperaba.

Su voz y su semblante desprendían seriedad por todos sus poros.
Una mueca se instaló en mi rostro cuando sus manos hicieron presión contra mi pecho, tratando de alejarme de ella.

—No puedo y no quiero, no me gusta que me ignores.

Parecía un niño pequeño. Más bien, parecía un perro callejero en busca de una mínima muestra de cariño.

—Tu solito te lo has ganado—Comentó con sorna y una sonrisa irónica en su rostro.

Suspiré pesadamente. Por mucho que intentara, no podía permanecer con una actitud amenazante cuando su actitud no hacía más que lastimarme.
Cerré fuertemente los ojos, dejando que mi cabeza se apoyara sobre su hombro.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora