SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]

56. Colisión.

—¿Que edad tienes?

—Dieciséis.

—¿De donde vienes?

—Estados Unidos.

—¿Tienes padres?

—Sí...

Hacía veinte minutos que este interrogatorio había dado inicio. Las preguntas eran normales, datos básicos sobre mí que no sabía que uso le daría.

Estaba nerviosa.

Pero desde que había empezado con las preguntas me había dispuesto a parecer serena. Contestando cada una de la manera más serena que podía, a pesar que el desasosiego me estuviera torturando por dentro.

Me perturbaba demasiado el hecho de que la mujer estuviera tan tranquila frente a mí, amenazandome con un cuchillo cada vez que divagaba al responder, volviendo a su postura tranquila antes de seguir preguntando.

La teoría de que se estaba controlando por la presencia de Jaebeom a mi lado me parecía acertada, sobretodo por las pequeñas miradas que le lanzaba cada ciertos minutos. No quería imaginar de lo que sería capaz de hacerme si él no estuviera junto a mí.

—¿A qué se dedican tus padres?—Preguntó.

—Mi... mi padre es intendente, y mi madre es diseñadora.

Mi respuesta pareció sorprenderla. De hecho varios lo hacían cada vez que mencionaba las profesiones de mis progenitores.

Pero no estaba interesada por su notoria sorpresa, quería saber porqué me preguntaba sobre mi familia o vida en general.

Tenía miedo que intentara hacer algo en contra de ellos.

Podía hacer lo que quisiera conmigo, pero le rogaba a todos los dioses existentes que esa idea ni siquiera se asomara por su retorcida cabeza.

—Dime, Violet... ¿Tienes amigas?

Una imagen se cruzó por mi cabeza al oír esa pregunta. Una imagen que tomaba forma de una chica, de cabello rojo, con la sonrisa y ojos más bonitos que había visto en mi vida.

Lisa...

¿Por qué tenía que pensar en ella en estos momentos?

—No...

Mordí mi labio con fuerza cuando sus carcajadas estruendosas llegaron a mi oidos poniéndome los pelos de punta.

Aparté la mirada un segundo, notando como su ayudante permanecía en una esquina en silencio, con sus brazos cruzados sobre su pecho, mirándonos a ambas como quien mira el lago en una tarde de primavera.

En calma, como si nada malo estuviera ocurriendo.

Y una nueva duda llegó a mi cabeza:

"¿Hasta dónde llega la maldad del ser humano?" 

Me pregunté a mi misma mientras observaba como Hyeon se preparaba para-quizás- golpearme de nuevo.

"¿Existirá un límite?"

Me pregunté nuevamente, cuando gotas de sangre brotaban de mi boca cuando la mujer me propinó un puñetazo en la mandíbula.

"¿Como hacerlo parar?"

Busqué la respuesta en sus ojos, dejando caer mis hombros cuando vi el gozo reflejado en ellos.

La mujer disfrutaba aquello, y su secuaz también. Pues sus risas no tardaron en llenar el eco del lugar al ver como parte de mi mejilla comenzaba a inflamarse por el golpe.