48. Problemas.

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Sentada en el asiento de copiloto, contaba las gotas que caían de mi cabello y aterrizaban sobre el cinturón, fingiendo estar completamente interesada en ello con tal de no entablar una charla con Jaebeom.

El ambiente era tenso. Explicar el porqué sólo traería el fresco recuerdo de mi momento de debilidad.

Mi cuerpo dolía, a penas podía sentarme y el interior de mis muslos gritaba por clemencia cada vez que daba un paso.
Nunca había hecho algo como eso. En el momento no me importó mucho, pero de haber sabido que me dolería así; hubiera tratado de contenerme.

Pero me dejé llevar. Y no precisamente porque sentía lástima por el.

Se había colado a la mitad de la noche en mi habitación. Se recostó junto a mi y me tocó cuando yo aún estaba dormida.

Lo que hizo me dió motivos suficientes para echarlo y denunciarlo por acosador.

Pero esa misma noche, horas antes de que todo sucediera; recibí una llamada por parte de mi madre.

Decir que no me senti sorprendida al recibir su llamada sería una mentira. Sin embargo, no me emocionaba en lo absoluto.

Antes de contestar, me tomé unos segundos para pensar en las posibles razones por las cuales me llamaría.
Claramente: no pensé en nada que me favoreciera. Estaba acostumbrada a recibir malas noticias. Pensar en que algo bueno podría llegar a pasarme no era tan propio de mi.

Resignada, presioné el botón verde y procedí a platicar con mi madre.
Fingí estar interesada sobre lo que ella me contaba. No me importaba lo que sucedía en su trabajo, no me importaba si se había comprado un bolso de edición limitada.

No me importaba nada de lo que ella me decía.

Sin embargo; no me atrevía a cortar la llamada.
Por la emoción que desprendía su voz, me atreví a ilusionarme un poco. Quizás tenía una buena noticia para mi. Una noticia importante.

Finalmente algo bueno...

"Pronto volverás a casa" fue lo que dijo. Acompañado de varias cosas que tenía planeadas hacer una vez aterrizara el avion.
Visitar a su amiga, cenar con ella, plantear la idea de funcionar la empresa con alguna del exterior y otras cosas que simplemente no eran relevantes.

Volvería a casa, y eso era lo único en lo que podía pensar.

Cuando Jaebeom entró a mi habitación, me dejé llevar por un único motivo.

Ya no lo volvería a ver.

Y aquello me emocionaba. Y quizás por eso; me animé a ser parte de su despedida.

Pero estando en el auto, no podía evitar sentirme nerviosa. Habíamos hecho cosas... subidas de tono la noche anterior, y antes de que eso pasara ¡Ambos nos habíamos jurado odio eterno!

¿Estaba mal por creer que la situación era extraña?

—Vi...

La voz de Jaebeom me devuelve a la realidad. Voltee hacia el, mirándolo con mi usual cara de pocos amigos.

—¿Qué?—Respondí de mala gana. Frunciendo el ceño con confusión al ver que señalaba por la ventana.

—Hemos llegado... Hace cinco minutos, de hecho.

La mueca de desagrado se borró, y avergonzada por mi propia actitud, me dispuse a desabrochar el cinturón para luego tomar mi bolso y abrir la puerta.
Pero antes de que llegara a poner un pie fuera del automóvil, Jaebeom me tomó del brazo para detenerme.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora