EPILOGO.

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En medio de las penumbras, siento un peso a mi lado moviendose sobre el colchón. Intento abrir mis ojos, pero una tela los cubre; impidiendo ver de que se trataba.
Siento algo cosquilleando en mi mejilla, y por la suavidad de aquella sensación; noto que se tratan de la yema de los dedos de alguien.

Un poco desorientada, más no asustada: intento hablar. Pero mi voz no parece querer salir.

—No te asustes... No te haré daño.

La voz de la persona que estaba a mi lado se oía familiar. Al igual que el aroma que desprendía, no podía dejar de pensar que aquello... yo ya lo conocía.

A ciegas, estiré mis manos hacia donde se suponía estaba su rostro, y tantee sus facciones. Desde sus cejas, hasta el punte de su nariz. El contorno de sus labios y la línea de su mandíbula. Todo en un intento de reconocer de quien se trataba.

—Me haces cosquillas—Comentó entre risitas risueñas. Sosteniendo mis muñecas entre sus dedos con suavidad, plantando besos en la yema de mis dedos—¿No sabes quién soy?

Negué con la cabeza. Sintiendo como los nervios comenzaban a aumentar.

Pero los nervios que sentía en este momento, no eran algo parecido a lo que haya sentido antes.
Me sentía ansiosa, incluso más que eso; emocionada.

Tenía la sensación de que la persona que tenía junto a mi... Era algo que yo deseaba ver. Y no entendía por qué.

—¿No reconoces mi voz?—Preguntó en un murmullo. Sus dedos acariciaron mi rostro; logrando que cada poro de piel se erizara por lo fría que tenía las manos.

—N-no...—Hablé finalmente, un poco titubeante—Lo siento...¿Quién eres?—Me atreví a preguntar.

—No sé cómo explicarlo... Yo tampoco sé de qué se trata, pero... creo que soy lo que siempre quise ser para ti.

—¿Por qué no me permites verte?

Estaba confundía. No entendía lo que pasaba. Cuando me hablaba sentía que algo no estaba del todo correcto. Además, la atmósfera entre nosotros era extraña... sentía que todo lo que nos rodeaba era algo ilusorio... como un sueño... como algo que no era real.

Me sente en la cama, dispuesta a quitar lo que cubría mis ojos y ver por mi misma de qué se trataba. Pero nuevamente me detuvo.

—Eres demasiado impaciente, cariño...

—Quiero ver en donde estoy.

—Puedo darte una pista si quieres...—Sentí como su rostro se acercaba al mío, y como sus labios rozaron el lóbulo de mi oreja—Estamos donde todo inició...—Susurró cómo si estuviera contándome un secreto.

Al oír sus palabras, una ráfaga de recuerdos me dejó sin aliento por un par de segundos.
Se sintio como magia, en solo un segundo fui capaz de reconocer en donde estaba. Incluso con los ojos cubiertos, era capaz de ver el color de las paredes, la ropa regada en el suelo, el color de mis cobijas y las fundas de mis almohadas.

De repente mis sentidos parecieron potenciarse. Reconocía el aroma del ambiente, la textura de las sábanas y a la lejanía podía oír el canto matutino de aquella mujer de servicio que solía ser la que se encargaba de abrir las ventanas de las habitaciones de la casa.

Pero aun me sentía extraña. Un deja vu, un sueño vivido ¡O hasta incluso una realidad alterna!... no sabía de qué se trataba.

—Es mi cuarto...—Hable por lo bajo—¿Por qué?...

Aquí es donde todo empezó...

La revelación y la sorpresa me dejan en estado de shock. Intento formular palabras, alegar que yo sentía algo familiar en el lugar en el que estábamos. Pero poco pude decir. Sólo balbuceaba incoherencias.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora