Capítulo 8

542 12 6
                                    

Yo no estoy acostumbrada a mentir. Pero este Diego es terrible... Reconozco que tiene buenas ideas; es imaginativo. Lo que pasa es que para llevarlas a la práctica, hay que decir una que otra mentira. Al menos yo, para justificar mis salidas de la casa; él no tiene problema.
El sábado, apenas me levanté, le dije a Dora que iba a la biblioteca por un trabajó de Historia que tenía que presentar el lunes sin falta.

_Bueno, está bien, pero mirá que a las una y media, a más tardar, comemos, ¿eh?.

Cuando bajamos del colectivo, caminamos una cuadra hasta Bartolomé Mitre. Antes de entrar en la oficina del expreso La Pampeana. Diego me preguntó si quería que hablara él. Le agradecí, pero le dije que no. Está bien que la idea se le había ocurrido a él, pero yo tenía que hacer algo, también; después de todo, el asunto tenía que ver conmigo.

_Buenos días- el hombre que estaba detrás del mostrador era el mismo que me había atendido la otra vez, _No sé si se acuerda de mí, yo estuve el sábado pasado...

_Sí, me acuerdo -me interrumpió-. Viniste a buscar una caja bastante pesada. ¿Cómo te arreglaste para llegar a tu casa?

Casi, casi parecía simpático el hombre. Seguramente el sábado anterior no había sido su día.

_Bueno, me costó, pero llegué. Eran libros. Lo que pasa es que no sé quién me los mandó. En el remitente decía "señor Fernández", pero yo no sé quién es. Por eso vine, a ver si usted tenía algún dato más.

_Mirá, me acuerdo bien de esa caja porque el mismo día que llegó, al rato, nómas, llamó un hombre y preguntó si la encomienda ya estaba acá. Dijo que la había mando él y que no hacía falta que llamáramos al número de teléfono que figuraba con tu nombre por que él ya te había avisado para que la pasaras a retirar.

_¿A quién le había avisado?, ¿A mí...?

_Y, al destinario, ¿a quién va a ser, si no?

_A mí me llamaron de acá... Yo pensé que había sido usted...

_Yo no llamé a nadie. Ya te dije: llegó la caja, llamó el tipo que la mandaba, me dijo que ya había hablado con vos y que ibas a venir el sábado porque era el único día que podías.

_La persona que me llamó dijo que hablaba del expreso La Pampeana y que tenía que venir antes del mediodía porque a la tarde no trabajaban...

_De acá no llamó nadie, ya te dije.

_¿Está seguro? - dijo Diego.

El hombre lo miró como si mi primo hubiese aparecido de la nada en ese preciso instante.

_¿Sabés cuantos años hace que trabajo en esto, pibe?

_Está bien, no se enoje. Era una pregunta, nada más...

_No me enojo. Lo único que quiero que entiendan  es que estoy seguro de lo que digo, nada más.

La confusión era cada vez mayor. Imposible entender algo. ¿Quién me había llamado por teléfono para avisarme que fuera a buscar la encomienda? ¿Fernández? ¿Y por qué se hizo pasar por un empleado del expreso La Pampeana? ¿Y quién era Fernández, después de todo?

_Estamos como cuando vinimos de España, como dice mi viejo.

_Yo no entiendo nada.

_Lo que está claro es que el tal Fernández no quiere darse a conocer. Y seguro que el apellido es falso.

_Sí, pero... ¿Quién es?

_El novio olvidado...

_No seas pesado, Diego.

_______________________________________________________________




SOLO FALTA UN CAPÍTULO PARA EL FINAL DE ESTA PRIMERA PARTE

¿QUE PASARÁ?

La Tercera Puerta (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora