Capítulo 30

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_“... la mujer fue identificada como Beatríz Osorio, coleccionista de obras de arte y única heredera de un industrial chileno radicado en la Argentina y muerto dos años atrás. Beatríz Osorio fue la última pareja Nicanor Buitrago. Su cadáver, congelado y a punto de ser emparedado, fue rescatado por la policía casi una hora después de que el dueño de la casa fuera derribado de un certero ladrillazo en plena cara por Leonardo Aguilera...”

_¡Faaa...! Saliste en el diario. Sos un héroe.

_Pará, loco. Qué héroe. No sabés el miedo que tuve.

_¿Y qué te crees, que los valientes no tienen miedo? Lo que pasa es que igual van al frente, con miedo y todo. Como vos, chabón. Mirá el ladrillazo que le encajaste al tipo, si no.

_No me refería a eso, loco. Tuve miedo con la cana, por la  ganzúa. Mirá si me la encontraban. Todo el tiempo en el bolsillo la tuve.

_Uy, me había olvidado. ¿Y no te preguntaron cómo estraste a la casa?

_Claro, cómo no me iban a preguntar.

_¿Y? ¿Qué dijiste?

_Que encontré la puerta abierta, qué voy a decir.

_¿Y te creyeron?

_No sé, pero no me preguntaron más.

Leo dejó el diario sobre el mostrador y se concentró en el gran ventanal de la panadería: Dora y Lucía cruzaban la vereda.

_Ahí viene Lucía...

_Sí, la estoy viendo. A ver si te ponés las pilas y le hablás como la gente, chabón. Cuando la tenés adelante parecés un salame.

_No jodas, loco.

_¿Qué tal los valientes? -dijo Dora, entrando primero.

_Leyendo el diario -dijo Diego-. Aparece el nombre del compañero, no sé si lo vieron...-dijo, guiñando un ojo en dirección a Leo.

_Sí, ya lo vimos, pero ahora quiero ver otra cosa -dijo Dora , pasando, apurada, detrás del mostrador.
Abrió un cajón, sacó un control remoto y encendió el televisor que estaba en un rincón del local.

_El noticiero. Van a dar el informe completo.

_¿Cómo estas, Lucía? -preguntó Leo.

_Ya estoy bien, pero todavía hay cosas que no recuerdo.

_Igual que yo -dijo Diego-. Pero eso no importa; acá está Leonardo Aguilera, que no solo se acuerda de todo, sino que derrotó al enemigo y salió en el diario -concluyó, palmeando a su amigo.

_Bueno, a ver si se callan, que no me quiero perder nada -dijo Dora, mientras sacaba de una canasta un puñado de bizcochitos de grasa.

_Buenas tarde a todos -saludó la locutora del noticiero-. Pedro, ¿cómo estás? -dijo, dirigiéndose a su compañero.

_Conmocionado, Laura, como seguramente debe estar nuestra teleaudiencia -respondió el locutor-. Y no es para menos...

_Así es. Y te estás refiriendo al caso que conmueve a toda la ciudad de Buenos Aires, y al país entero, por supuesto.

_Exactamente. Estamos hablando del hombre que asesinó a sus dos esposas y las emparedó en el sótano de su casa.

_Recordemos que la segunda mujer, Beatríz Osorio, fue encontrada a punto de ser emparedado, mientras que la primera, Alejandra Díaz Savater, fue hallada por la policía, también en el sótano, tras una pared ante la cual se había acondicionado una bodega.

_Díos mío, y pensar que estuvimos viviendo lo más tranquilas , mientras que el cadáver de la probaré señora Alejandra se pudría en la pared -dijo Dora dirigiéndose a Lucía

_Yo no puedo entender cómo hacía para que no sospecháramos nada. Un hombre tan educado, tan elegante, tan... -dijo Lucía.

_Tan asesino - la interrumpió Diego.

_Shh... Déjenme escuchar -pidió Dora.

_“... la policía sigue buscando aún no se ha manifestado a este respecto, pero sabemos de buena fuente que se baraja la posibilidad de que el tal Benito haya actuado como cómplice de Nicanor Buitrago, “el asesino de Barracas”, como ya lo llama la gente en la calle - completó el locutor.

_ A mi, Buitrago me dijo que a Lucía la atacó Benito - señaló Leo.

_Mirá vos. Así que Benito era el cómplice -dijo Dora-. De entrada le vi cara de malviviente a ese.

_Ah, claro -dijo Diego-. Y atu señor Buitrago no le guste cara de malviviente, ¿no?

_Para nada. Bien que nos engañó a todos. Todavía no puedo creerlo.

_¿Y si el señor Buitrago también lo mató a Benito y lo emparedó en el Sótano? -se le ocurrió a Lucía.

_No, no puede ser -dijo Leo-. ¿Cómo hizo para matarlo y esconder el cadáver en tan poco tiempo?

_Sí, es cierto. Yo lo vi a Benito cuando bajé al sótano por error. Y eso fue el sábado -Lucía se quedó pensando-. Qué increíble, parece que hubiera pasado un montón de tiempo y apenas pasaron tres días.

_Además, si el tipo lo hubiera emparedado, la policía lo habría encontrado, como hicieron con la primera mujer -agregó Leo.

_Y si el señor Buitrago no lo mató, entonces... ¿dónde está? ¿Qué hace la policía que hasta ahora no lo encontró? -dijo Dora.

_Es que nadie sabe nada y el señor Buitrago, que seguramente sabe dónde vive, tampoco quiere decirlo. Lo leí en el diario esta mañana -dijo Lucía.

_Oia... Cómo nos olvidamos... -dijo Diego, agarrándose la cabeza -. ¿Te acordás, Leo, de aquella tarde que no pudiste ir a la escuela y llevaste tu trabajo de Historia a la casa de Lucía para que se lo entregarámos a la profe? ¿Y te acordás que, cuando te fuiste, lo seguiste a Benito?

_Sí, loco, me había olvidado... No lo seguí, lo que pasó es que iba al taller de mi viejo y él hacía el mismo camino... Pará un cacho... Yo llegué al taller y el Cholo Pellegrini estaba en la puerta charlando con mi viejo; se estaba despidiendo y mi viejo le dijo algo, no sé, hizo algún chiste, algo referido a la pinta de Benito y a que el Chico lo iba a seguir, porque iba en la misma dirección... Y es cierto, el Cholo lo siguió igual que yo lo había seguido antes, porque sí, porque íbamos para el mismo lado...

¿Y vos creés que el Cholo se acordará...?

















Acá cumpliendo; sólo restan 3 capítulos. Bye.

La Tercera Puerta (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora