Capítulo 18 [Parte 2 Final]

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Los pasos se detuvieron. Una sombra se proyectó sobre él. Algo se apoyó contra los rollos de plástico. La tapa del freezer. El tipo había abierto la tapa del freezer. Algo estaba metiendo. Lo oía. Metía cosas. ¿Qué podía ser? ¿Carne, pollo, pescado? ¿Qué se guarda en un freezer? Oía golpes secos de una cosa contra otra. Guardaba, amontonaba. En eso, la sombra se fue y él se sintió descubierto. El tipo cerraba el freezer. Volvió a morder, diente contra diente, hasta que le dolieron las mandíbulas. Oyó la tapa del freezer al cerrarse. Enseguida, los pasos que se alejaban. Aflojó la presión sobre sus dientes y desapareció el dolor de las mandíbulas. Quiso respirar profundo, pero no se animó. Mejor esperar. Oscuridad, otra vez. El golpe sordo de la puerta corrediza. El chirrido de la puerta tijera. El arranque tembloroso del ascensor. El golpe seco al detenerse en la planta baja. El chirrido de la puerta tijera abrirse... Diego empezó a moverse, se puso de pie, respiró hondo, hondo. Siguió escuchando, quieto, atentos a los ruido de la casa, pero ningún sonido llegó hasta a él. Entonces encendió la linterna. Hizo un recorrido rápido con la luz por las paredes, sin saber por qué, como si esperará ver a alguien agazapado en algún rincón. Después iluminó el freezer. Trató de imaginarse al señor Buitrago guardando paquetes de carne y no lo consiguió. ¿Quién podía ser, si no era él? Dora estaba en el hospital. ¿Benito? ¿Se escondería en la casa...? ¿Qué sentido tenía que Benito guardará carne o cualquier otra cosa en el freezer del sótano? De un tirón, levantó la tapa.
Carne. El dueño de casa o quien fuera había llenado el freezer de carne. Grandes trozos envueltos en plástico. Diego tocó uno de los envoltorios. La carne no estaba congelada. Había pollos, también. Los tocó. Tampoco estaban congelados. ¿El tipo salió de la comisaría y fue a comprar provisiones? ¿Un domingo? ¿No era Dora la que hacía las compras? Diego siguió toqueteando aquí y allá hasta que sus dedos rozaron algo duro. Uno de los envoltorios estaba congelado. Apartó unos paquetes. Tocó. El envoltorio era grande. Siguió apartando pollos y trozos de carne, hasta despejar una amplia superficie. Siguió tanteando hacia los costados y comprobó que el envoltorio congelado ocupaba todo el fondo del freezer. Al parecer, estaba envuelto en varias capas de plástico. La carne y los pollos se veían claramente debajo del plástico que los envolvía, pero esto... ¿Qué era? Entonces creyó reconocer una forma, un relieve... Pero no. No era posible. Su imaginación lo estaba engañando. Trató de apartar más trozos de carne y pollos, mientras se repetía: estás loco, Diego, estás loco, ¿qué buscas? Y tan ensimismado estaba, que no oyó el ruido del ascensor. Sí reparó en el chirrido de la puerta tijera al abrirse. Pero fue demasiado tarde.

La Tercera Puerta (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora