Capítulo 13

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Leo miraba, o parecía mirar, un colectivo que se alejaba por Herrera. Las manos en los bolsillos, rozando su celular con un dedo. De repente el celular vibró. Diego. Un mensaje: “Vení”. Por costumbre, miró la hora: las tres y veinte.
Un auto pasó junto a él y su primer pensamiento fue dónde ocultarse. Pero no, ¿Por qué? Si no estoy haciendo nada malo, se tranquilizó. Atravesó la plaza casi corriendo y cruzó hacia la casa. Esta vez, sólo tuvo que empujar la puerta del jardín, que había quedado apenas entornada. La otra, la del sótano, estaba abierta por completo. Se asomó a la escalera.

_Diego... murmuró.

_Bajá. Agarrate de la baranda.

Leo bajó, obedeciendo a su amigo como un niño a su padre. Igual que él, se acostumbró a la oscuridad y reconoció formas, figuras.

_¿Qué pasa, loco...? ¿Qué...?

_Ayudame a subirla, tenemos que llevarla al hospital.

_Dejame a mí, loco. Vos andá a buscar un taxi.

Diego se fue y Leo cargó a Lucía sobre un hombro y empezó a subir la escalera. Tanto entrenamiento en el gimnasio al fin le servía para algo. La casa seguía a oscuras y en silencio. ¿Habría alguien? En la esquina, parado junto a un taxi, Diego le hacía señas.

La Tercera Puerta (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora