Leo sacó a Diego de la bañadera y lo cargó al hombro. Este es mi día, pensó. ¿Qué carajo pasa en esta casa, loco? Rápidamente, pero con mucho cuidado, acostó a Diego en la cama, le quitó la cinta que le tapaba la boca y comprobó que respiraba. Corrió al baño y volvió con una toalla empapada, que retorció sobre la cara de su amigo. Otro viaje al baño, y lo mismo. Después vio un florero sobre la cómoda y voló a llenarlo de agua. Tres veces lo hizo, y a medida que volcaba el agua sobre la cara de Diego, también le daba cachetazos y gritaba su nombre, hasta que al fin su amigo abrió los ojos.
_Hermano, ¿qué pasó? Hablame, por favor...-dijo, mientras trataba de desatar las sogas que le sujetaban las muñecas y los tobillos.
Pero Diego no hablaba, sólo abría y cerraba los ojos, como si intentará comprender algo. Entonces Leo corrió otra vez al baño y volvió con una tijera. Finalmente pudo liberar a su amigo.
_Y, viejo podés hablar...?
_El sótano... El sótano...-logró decir, apenas.
_Sí, ahí te busqué, y como no te encontré vine para acá. ¿Me querés decir qué te pasó?
_Leo, Leo...-repitió Diego, con la voz pastosa.
_Bueno, mirá, loco, vamos a hacer una cosa: cuando puedas hablar bien, me vas a contar qué pasó. Ahora salgamos de esta casa de mierda, porque lo único que falta es que venga alguien y nos agarre acá adentro.
Y sin esperar respuesta, levantó a Diego de la cama y trató de ponerlo de pie. Imposible. Su amigo parecía un flan. Entonces, viendo que no había otra posibilidad, lo levantó en el aire y lo cargó sobre el hombro.
_Menos mal que sos chiquito, que si no...
Bajar por el ascensor fue fácil, pero salir a la calle ba a ser otra cosa. No podía salir con Diego cargado al hombro. ¿Qué iba a decir si alguien le preguntaba qué le había pasado? “Mi amigo se desmayó, lo llevo al hospital.” ¿Y si no se lo tragaban? ¿Y si pensaban que lo estaba secuestrando o algo por el estilo? Seguro que llamaban a la cana. ¿Y él que decía? ¿Que lo había encontrado atado y amordazado adentro de la casa? “¿De quién es la casa, señor?” “Y yo qué sé..." “Bueno, entonces me tiene que acompañar a la comisaría.” Chau. Listo. Otra vez en cana. No. En cana, nunca más. Se lo había prometido a la vieja. Y al viejo. Y, más que nada, a sí mismo. ¿Entonces qué hago con este chabón?
_Dale, loco, tenés que caminar.
Lo ayudó a pararse, pero Diego se iba de costado.
_Dale, yo te sostengo. A ver, probemos.
Pasó un brazo de Diego por su hombro y él rodeó la cintura con el suyo. Despacio, lo hizo dar una vuelta tambaleante por el living.
_Muy bien, ahora, a cualquiera que me pregunte qué te pasó, le digo que te agarraste una mamúa de aquellas y que te estoy llevando a tu casa.
Leo abrió la puerta y salieron al jardín. Echó un vistazo a la calle y a la plaza: no había nadie. Menos mal que el barrio es tranquilo, pensó. Una vez en la vereda, se sintió más seguro. Diego sólo daba uno que otro paso; era más lo que se dejaba arrastrar que otra cosa. Pero al parecer, el aire fresco de la calle lo despejó un poco, porque empezó a mover la cabeza y el brazo que tenía libre, como si intentara decirle algo.
_¿Qué te pasa, loco? ¿Podés hablar?
_Eeel... sótano...
_No me digas que querés volver al sótano. Ni mamado vuelvo a esa casa, hermano.
_Eeel...ti...tipo...
_¿Qué tipo...? ¿El Benito ese?
_Be... Beni... to...
_Si lo agarro al infeliz ese, lo acogotó, te juro.
_Lu... Lucía...
_Lucía sigue en el hospital. Ahora está Dora con ella. A ver, pará un poco ...- Leo ayudó a Diego a sentarse en el cordón de la vereda y se sentó junto a él -. ¿Qué querés decirme, hermano?
Pero no hubo caso. Diego se desplumó hacia un costado, y por más que Leo intentó hacerlo reaccionar a fuerza de sacudones y sopapos, no lo consiguió. Desesperado, volvió a cargarlo y fue en busca de un taxi.
_¡Rápido! ¡Al Argerich!
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La Tercera Puerta (Completa)
Mystery / ThrillerEn la casa del rico dueño de una galería, dos empleadas se ven enredadas en un misterio aterrador. A través de las voces de las protagonistas, se desentrañará una oscura historia de secretos. "La Tercera Puerta" es una novela que desafía los prejuic...