Capítulo 16

379 13 1
                                    

La enfermera le dijo que no había que molestarla. ¿Y quién iba a molestarla? Él quería acompañarla, nada más. Sentarse en una silla, al lado de la cama y esperar a que despertara. ¿Por qué no se despertaba? Había que tener paciencia, dijo la enfermera, y fe. Él hubiera preferido algo más concreto que la fe, un diagnóstico, una explicación, pero seguramente para eso sería necesario un médico. Y ahora no había ninguno.

_En una hora viene el médico de sala a hacer la corrida. Quedate tranquilo. Tu prima está en observación. Si se despierta, andá a buscarme a la enfermería. Allá, ¿ves?, Al final del pasillo.

Diego se acercó a la cama y buscó en su prima algunas señales que le permitieran corroborar que seguía con vida. Debajo de la sábana, su pecho subía y bajaba lentamente. Por lo menos respira, pensó. Recordó la escena de una película en que, ante la duda de si la protagonista había muerto o no, le colocaban un espejito delante de la nariz. Recordó la expresión de alivio en la cara de la persona que había hecho la comprobación, al ver que el espejo se empañaba, pero no pudo precisar quién era el actor que representaba ese papel. Tampoco recordó el nombre de la actriz protagonista a quién habían creído muerta ni el nombre de la película. Pero Lucía respiraba y se notaba, no hacía falta acercarle un espejo a la nariz.
Le tocó la mano: estaba tibia. Alrededor de la boca y en las mejillas, la piel se veía roja. Diego se alegró de no haberle arrancado la cinta de un tirón, como fue su primer impulso al pensar que le impedía respirar. Le podía haber despellejado la cara, pensó.
Se sentó en la silla, se acomodó contra el respaldo y estiró las piernas. Cerró los ojos y trató de recuperar algunas imágenes de la película de la chica con el espejito en la nariz. Si había recordado esa escena, podía recordar otras. Había un muchacho, también, y un tipo grande. El que le acercaba el espejito era grande. El otro andaba en auto, sí, ahora lo recordaba bien, iba por la ruta y la chica hacía dedo. ¿Cómo se llamaba la película...? La silla era incómoda, pero él estaba tan cansado. Si no había dormido en toda la noche... Juntó las manos detrás de la nuca, se deslizó un poco más y se quedó dormido.
Soñó "que manejaba un auto rojo. Iba por la ruta y era de noche. A los costados, campo, algunos árboles. Un cielo lleno de estrellas. De repente, ve a una chica tirada en el medio de la ruta. Frena, baja del auto, se acerca, la chica murmura algo, no le entiende. "¿Qué decís?", Dice él en voz alta". Y al decirlo, se despierta. Entonces ve a su prima. No es la chica de la ruta; es Lucía en la cama del Hospital. Se acerca a su cara. Le clava los ojos. Un leve movimiento de las pestañas le llama la atención. ¿Antes las movía? Le parece que no. No, seguro que no. ¿Estaría soñando? Alguna vez leyó, vaya a saber dónde, que cuando soñamos, movemos los ojos debajo de los párpados cerrados.

_Lucía... Soy yo, Diego...

Las pestañas volvieron a agitarse; poco, pero se notó bien. Mirando los párpados, se percibía un leve temblor.

_¿Me oís, Lucía? Soy Diego...

Ahora a Diego le pareció que Lucía movía los labios. Pero fue tan íntimo el movimiento que no pudo más que dudar. ¿Le habría parecido o los movió de verdad? ¿Y si dijo algo...? ¿Si dijo algo antes, cuando el dormía como un reverendo boludo?

_Lucía... Soy Diego, ¿me oís?

Ahora, sí, movió los labios.

_¿Querés decirme algo...?

Una palabra dijo. Una sola, apenas. Una palabra dicha en un susurro. Pero fue suficiente. Él la entendió. Después, nada más.







PERDÓN POR NO ACTULIZAR SOLO PUEDO PEDIR PERDÓN INTENTARÉ ACTULIZAR UN POQUITO MÁS RÁPIDO. Bye

La Tercera Puerta (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora