CAPÍTULO 9

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  • Dedicado a Camila Paz Millar
                                    

 

Capítulo 9

No podía pensar en otra cosa más que en los labios de Lucero sobre mi cuerpo o ella besando mis pechos, la detestaba por eso me estaba creando una imagen de Lucero demasiado excitante, me gustaba la idea de besar sus pechos y morderlos hasta que se pusieran rojos, me ponía la piel chinita la idea de besarla hasta el cansancio, me mojaba la idea de hacerle un oral, de hacerle mi primer oral. Nos arreglamos para ir de picnic al Río, a ella le encantaban usar tenis de hecho había dicho que en algún punto de nuestra relación nos compraríamos unos tenis iguales, no sé… era tan cursi eso, era tan romántico, tan de parejas, se imaginan… cuándo vayamos al cine compraremos el combo “Parejitas” NO MAMES WEY, NO MAMES… PALOMITAS JUMBO, HOT DOGS PARA LAS DOS y SODAS RELLENABLES, SUPUTAMADREEE… ¡Ya quiero!, me emocionaba la idea de ir por el fundidora y tomarla de la mano, me emocionaba la historia de que fuera por mí a la UNI y recibirla con un besito discreto en el estacionamiento de la UNI, no sé me está enamorando bien cabrón.

-       Samay, quiero hacerte una pregunta… ¿puedo?

-       Sí, Lucero... ¿Qué pasa?

-       ¿te gusto mucho?

-       Sí, ¿por qué?

-       Porqué me da miedo perderte, me da miedo cometer una pendejada y luego que te vayas de mi lado…

-       ¿Qué tipo de pendejada? – de verdad no la entendía, no la creía capaz de hacerme daño-

-       Pues no sé, estoy bien mensa y si la cago no podría perdonarme

-       Tranquila, estamos bien y eso me tiene tranquila, disfrutemos de esto ¿Quieres?

-       Es que me gustas mucho y me siento muy bien contigo

-       ¿Sientes bonito en el estómago?

-       Sí, así como cuando tienes hambre y luego te comes unos tacos Tlaquepaque y quedas bien llena, así bien rico... así siento, me haces bien Samay, aparte de que estás bien bonita… - me tomaba de la mano como si nunca me fuera a soltar-

-       Lucero, no te voy a dejar… - solté la carcajada- ¿Taquitos Tlaquepaque? ¿De verdad? – la abrace por la cintura-

-       Jajaja, si de verdad… me encantas mendiga huerca!

-       Ay, ay, ay… tu no me encantas, por si estabas con el pendiente…

-       ¿A no, mendiga huerquita?

-       Ñio, tú me fascinas, me ruborizas, me apendejas pinche lucero…

-       ¿Así?, ¿Mucho o poquito? – Ella y su pinche voz tan bonita, ¿Es qué como era tan bonita? ¿Cómo era tan pero tan bonita?-

-       Sabes que mucho, para que te haces pendeja… - le cagaba que le dijera pendeja-

-       Samay, no me gusta que me digas así... te escuchas fea!

-       Aqueno, me escucho bonita – le hice ojitos de borreguito a medio morir-

-       Te escuchas fea, ya no me digas así…

-       No te prometo nada, mejor dame unos cuantos besos y vemos que pedo…

-       Ñio, anda camina que nos espera el río.

-       No quiero – en verdad estaba teniendo este tipo de conversaciones con alguien, nos estábamos diciendo te quiero, pelear por tonterías donde las reconciliaciones eran besos y caricias, risas por todas partes y poderle decir “Te quiero” cuando se te diera la gana, ¿Es acaso que esto podía ser más bonito? -

Crónicas de una HeteroflexibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora