Describir el momento del contacto de sus manos con esos guantes es algo indescriptible, algo que sin duda alguna quiero volver a experimentar varias veces más en esta noche y en distintas noches más si es posible. Su contacto logro que mi cuerpo desvaneciera en segundos para convertirse en lava, ella era la llama que necesitaba para encender el fuego de mi deseo.
-Samay, quiero que lo disfrutes… - su mirada derrochaba deseo, su piel era fuego puro y sus labios, sus labios... no sabría cómo describir esa parte de su anatomía que me hacía disfrutar tanto y a la vez odiar por no poder besar dos partes de mi cuerpo al mismo tiempo.
-Era una mezcla de sentimientos que me provocaban querer un poco cada vez más, quería que aumentara esa dosis de placer que me estaba inyectando, los guantes me acariciaban mis piernas, estaba muriendo y disfrutando al mismo tiempo, esto debía ser cosa del diablo, sus besos ya no eran tiernos ni mucho menos cortos, eran largos y con mordidas que difícilmente irían a desaparecer en 1 semana, ¿Realmente esa era Lucero? Me lo preguntaba cada vez que sentía una oleada de calor en mi cuerpo pero confirmaba que era mi Lucero cuando besaba y mordisqueaba mis pechos, me tenía a su total merced.
“Mi fantasía era combinar el fuego de un bombero y apagar la llama con hielo, los guantes de bombero que me excitan tanto van hacer lo suyo tocando mi cuerpo a como Lucero guste y mande provocando un incendió en mí”.
Se había resistido mucho a quitar la única prenda que me unía al orgasmo y me desprendía de una de las cosas más preciadas en una mujer, “La Virginidad”. Me quito mi panty y me dijo: - No sabes cuánto me gustas, te amo Samay. – en ese momento sucedieron dos cosas, le sonreí como idiota y ella ya tenía la posición perfecta para untar Nutella© y hielo por mi cuerpo. Y así lo hizo, comenzó depositando besos desde mis dedos hasta llegar a la frente y depositando unos cuantos en mis labios y mejillas, yo ya estaba muy mojada, si no es que ya había inundado aquella casa de Allende.
Iba trazando pequeños caminos con el hielo, pasó por mi cuello, dio varias rondas en mis pechos que ya estaban más rojos que un tomate, trazo una vereda de besos por mis brazos y al final la llevarían al paraíso, a mi hermosa vagina que cada vez palpitaba más y más fuerte ansiosa por la llegada de la lengua y dedos de mi amada Lucero.
Al llegar, puso unos segundos más los hielos ahí, y me miraba la muy sínica así como diciendo “Morrita te tengo a mi merced” y es que no así falta decirlo, con tan solo mirarnos yo ya me había entregado a ella y ella a mí. Cuando quito el par de hielo, paso que al fin sus labios habían tocado esa parte de mí que tanto había deseado desde hace un buen rato. Pero paro en seco, se paró y me dijo: -Princesa, te voy a untar nutella por tu bonita vaginita y tú vas a gritar mi nombre cuando llegues a tu primer orgasmo, ¿sí? – Acariciaba mis piernas en un excitante vaivén, ¿Cómo se le dice a ella qué no?, yo solo pude mover la cabeza para decir el sí, porque ella ya estaba haciendo el trabajo sucio, separo un poco las piernas para tener mejor acceso a untar la Nutella©, sentir sus dedos acariciándome esta parte de mi cuerpo era tan rico, separo de nuevo mis piernas porque yo las cerré al contacto de uno de sus dedos – Lucero me estaba llevando a un mundo nuevo que yo estaba ansiosa por conocer y explorar- era tan placentero, primero comenzó untando nutella despacito así como que queriendo meter sus dedos pero a la vez no, ella quería provocarme una agonía, su dedo hacía un arriba, abajo, arriba, abajo, y luego en círculo.
Repartía pequeños besos y mordidas que provocaban los pequeños toques eléctricos entre mis piernas, tomó el bote de nuevo y se unto ambas manos con Nutella, y comenzó a embarrarla entre mis piernas hasta llegar a mi ombligo, lamió todo a su paso hasta llegar a mi clítoris, su cabeza había desaparecido, se había hundido en mí.
ESTÁS LEYENDO
Crónicas de una Heteroflexible
Teen FictionCrónicas de una Heteroflexible Basada en la historia real de una persona con la colaboración de muchas otras bocas. Crónicas la historia que te hará pensar en que si quieres chichis lucha por esas chichis y no por un banano que no te hará...