CAPÍTULO 47

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- No puedo creer que hayas hecho esto por mí, el día de tu cumpleaños...

- Samay es que no es el día de mi cumpleaños, es nuestro aniversario.... Nuestro nuevo comienzo...

NS:

¡No mamesss, qué pinche hermosa ella! Lucero se merecía ser mi Lucero, esto me daban más ganas de hacerle el amor hasta el anochecer, hasta que las piernas no nos respondieran y mis labios estuvieran secos.

- Es que, ¡eres una hermosa, mi amor! – le abracé y luego le besé los labios-

- ¿Podemos hacer el amor, ya? – dijo mirándome con esa mirada tierna que ella tenía, la misma mirada con la que la conocí aquel 24 de Julio del 2014-

- ¿Quieres hacerme el amor? – le dije besándola despacito, como nunca yo llevaba el ritmo del beso, íbamos despacio pero yo sentía como su corazón y su cuerpo le pedían que me tirara sobre la cama y quitarme la blusa en tiempo record-

- Quiero quitarte esa blusa... y hacer estoo... - mordió mi labio de la parte inferior-

- ¿Así que a la señorita Sallers, le gusta morder? – sentía la sensualidad correr por mis venas-

- A ti... me gusta tenerte... - interrumpía los besos para poder hablar-

- ¿Te gusta tenerme arriba o debajo de ti? – ya estaba besando mi cuello y solo sentía las piernas temblarme y aproximándose cada vez más a la cama, aunque si por ella fuera me haría el amor en el piso-

- Me gusta tenerte... - respondió sonriéndome-

- ¿Entre tus piernas? – le dije coqueta-

- Me gusta tenerte así, en mí, para mí...

- Me gusta sentirte así... - le besé de nuevo pero esta vez me dejé guiar por ella, tomó mi nuca y profundizo más el beso, guiándome a la cama sin ninguna parada antes-

- Te voy a hacer el amor... - me miró a los ojos y todo me recordó-

Recordé de nuevo cuando la vi por primera vez, su blusa roja con mangas arremangadas y pantalón caqui, su sudor por el sol, sus disgustos y nuestro primer beso, las ganas que sentí por tenerla conmigo por primera vez, cuando la tomé de la mano y juré jamás soltarla.

- Te amo...

- Yo también te amo, lucero...

- Samay yo te amo demasiado, nunca había sido tan feliz como lo soy contigo en estos precisos momentos, podría morir feliz porque te tengo, nos tenemos...

- Mi amor... - nos besábamos hasta el nuestro último aliento, ella abajo y yo encima besándola y aprovechándome de su calentura y luego pronunció unas palabras que jamás olvidaré-

- Samay, ¿Te quieres casar conmigo? – sacó una cajita color negro debajo de la almohada y me sonrió-

- ¿Qué yo qué quiero qué? – se me lengua la traba-

- Si, lo que ves... ¿Te quieres casar conmigo? – tomó mi mano izquierda y yo aún sin poder concentrarme en lo que me había dicho-

- ..... – Yo no podía pronunciar absolutamente nada, me había quedado anonadada-

- Mi amor, dime algo... ¡Bésame o algo!

No podía creer esto, me estaba pidiendo matrimonio en nuestro lugar perfecto, estábamos a punto de hacer el amor y ella quería casarse.

Crónicas de una HeteroflexibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora