CAPITULO 8.-

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-Barbara, cariño, despierta -escuché decir a papá. Sin embargo no abrí los ojos, quería seguir durmiendo, pero papá no me dejaba.

Empezó a hacerme cosquillas y no pude evitar empezar a reír como una loca y abrir los ojos. 

-Papá, por favor -dije entre risas.- Para, por favor, no puedo respirar -enserio me faltaba el aire. 

-Vamos hija, baja a desayunar y vístete, tenemos que ir a un sitio y a la tarde tienes que estar lista para la gala de esta noche. 

-Está bien -le dije levantándome de la cama. 

Bajé a desayunar y la Nana ya tenía la comida en la mesa, no tenía mucha hambre así que cogí una tostada y un café y fui a sentarme a la mesa del jardín. Cuando termine de comer la tostada me encendí un cigarro. Cuando he terminado el café y el cigarro, recojo el baso y el plato de la tostada y voy hasta la cocina. Dejo todo encima de la pequeña mesa y me dirijo a mi habitación.Antes de entrar escucho hablar a papá y sin pensarlo me dirijo hacía su despacho. 

-¿Papá? ¿Con quién hablas? -entre sin tocar la puerta y lo vi ahí sentado. Sin pensarlo me tiré a sus brazos y le empecé a abrazar.  El se empezó a reír. 

-Hija, no estamos solos -me dijo él riendo y mirando detrás de mi. 

-Oh, lo siento, pensaba que estabas solo -dije mirándole y girándome para ver con quién estaba.

Y ahí estaba él, con su típico traje y su cara de perdona vidas.  Este hombre pasaba más tiempo en mi casa que en la suya. ¿No tiene vida o qué? 

-Buenos días señor Fierro -le dije mirándole por unos segundos.

-Buenos días, señorita -me dijo él con su mirada intensa, más de lo normal. 

Por su cara me acordé que aún vestía el pijama y me morí de la vergüenza. Era un pequeño pijama de lencería en color blanco, no mostraba mucho pero tampoco tapaba demasiado.Papá volvió a mirarme de arriba a bajo y se puso serio enseguida. 

-Hija por que no vas a vestirte, tenemos que irnos.

No dije más y salí directa a mi habitación. 

Me metí en el baño y me di una rápida ducha, para luego vestirme con algo cómodo y salir con papá. Seguro que íbamos a ir al cementerio a llevarle flores a mamá, como cada año el día de su cumpleaños. 

HABLA CHRISTIAN:

Estaba en el despacho de Miguel hablando del contrato y aclarando un par de clausulas cuando de repente entró Barbara y empezó a abrazar a su padre. Esta chica es preciosa, sin nada de maquillaje, con un simple pijama que deja mucho que desear. No se ha dado cuenta aún de que estoy allí y sigue abrazando a su padre y haciéndolo reír.  

De pronto su padre le dijo que no estaban solos y ella se percato de mi presencia ya que se dio la vuelta y me dio los buenos días con una simple sonrisa. Su padre la ve de arriba a bajo y le dice que se vaya a vestir. 

A mi no me molestaba verla así, pero no podía concentrarme si se quedaba ahí y menos por como iba vestida, tampoco quería que su padre me viera mirándole más de lo normal. 

Una hora más tarde salí de su despacho para marcharme a casa y me tropecé con alguien. Ahí estaba ella de nuevo, esta vez vestida. La mire de arriba a bajo como un rato antes había hecho su padre. Me miró a los ojos y iba a decir algo pero parece que se arrepintió.

-¿Que ibas a decir? -le pregunté mirándole con intriga. 

-Oh, nada una tontería, ¿ya te vas? -me pregunto ella.

El socio de papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora