-¡PAPÁ! -grité entrando en casa. - Ya estoy aquí.
-No grites tanto Barbara, no estoy sordo. Te recuerdo que solo tengo 37 años, no soy un viejo -me contestó riendo.
-Ay, papi. Lo siento -le dije haciendo un puchero, me acerqué a él y le di un beso en la mejilla.
-Vamos a mi habitación, a dejar lo que hemos comprado.
-Hola Lucia, no te había visto cariño -le dijo papá a Lucia.
Nos conocemos desde que nacimos, ni mas ni menos. Nuestros padres son amigos de la infancia y nos hemos criado juntas. De ahí, que mi padre le hable con tanto cariño.
-Hola Miguel -le dijo ella, dándole un beso en la mejilla también.
-¿Vais a salir hoy también? -preguntó papá un poco molesto.
-Sólo un rato papá, prometo estar pronto en casa -le dije con el tono más conciliador que tengo.
-Lo prometemos -dijo Lucia con un tono parecido.
-Bueno, está bien. Pero cenáis aquí. No acepto un no por respuesta. Viene a cenar Christian, el hombre que te he presentado antes. Es un buen amigo y tenemos mucho que hablar sobre el nuevo proyecto.
Lucia me miró y me dio un codazo que no pasó desapercibido por papá, sin embargo no dijo nada.
Habíamos estado hablando toda la tarde de aquel hombre, a Lucia le parecía el hombre más guapo que había visto en la vida y la verdad, sí, lo era, aun que no fuera de su tipo, ya que me lo repitió como mil veces por lo menos, no se contuvo al decir que si era el mio. Pero no le hice mucho caso, le dije que me parecía interesante, guapo y seguro que un mujeriego, pero también le dejé en claro que no quería involucrarme con nadie en estos momentos y mucho menos con un socio y amigo de papá, le mataría a él y luego me mataría a mi.
Subimos a mi habitación, siempre tan ordenada como siempre, no gracias a mi, soy un desastre, si no gracias a la nana.
Dejé todas las bolsas encima de la cama y Lucia hizo lo mismo que yo. Encendí mi móvil y lo conecte a los altavoces, puse un poco de música y empecemos a sacar todo lo que habíamos comprado.
Escuché la puerta abrirse y era la nana, ella me ha criado desde que nací, mi madre murió a penas cuando yo tenía dos años y papá tenía mucho trabajo que hacer, viajes, reuniones...
-Nana, mira que zapatos más bonitos que me he comprado. Son los que te conté que había visto el otro día, ¿te acuerdas? - le dije tan emocionada que se le escapó una sonrisa.
-Oh, cariño. Si que son bonitos, sí -me dije acariciándome la mejilla.
Sacó unas cuantas perchas y empezó a poner la ropa en ellas, una vez las había puesto todas, se dirigió al armario y lo colgó todo en el sitio donde debía ir. Si, mi armario puede ser perfectamente más grande que toda mi habitación.
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El socio de papá.
Roman pour AdolescentsBarbara 20 años. Christian 34 años. ¿Para el amor hay edad o simplemente es un número mas?