1 año después.
-Si, quiero -dije a punto de llorar.
-En ese caso, ya puede besar a la novia - dijo el cura mirando a Christian.
Me acercó a él y devoró mis labios. Se escuchaban aplausos de los invitados, en ese momento era la mujer más feliz del mundo, por un segundo sólo estábamos él y yo.
Christian acercó su frente a la mía.
-Te amo princesa -dijo él sonriendo.
-Yo mucho más -le dije con cariño.
-No sabes lo que deseo quitarte ese vestido y hacerte mía una y otra vez -dijo en un susurro en mi oído.
Yo lo miré y me sonroje, aún seguía causando eso en mi. Cada vez que le tenía cerca me seguía poniendo nerviosa, seguía temblando cuando me rozaba, las mariposas de mi barriga se habían convertido en rinocerontes y yo no podía estar más feliz, por él y por nuestro hijo, Hugo.
Llegamos al hotel donde se celebra el convite y todos ya estaban ahí esperándonos para que entráramos.
Todos aplaudían y nos felicitaban, nos abrazaban y nos besaban. Cuando llegué al lado de mi padre, que tenía a Hugo en brazos le abracé fuerte, como si hubiera estado un año sin verle. ME dio un pequeño beso en la frente y me dijo lo mucho que me quería, le cogí a mi hijo de sus brazos y luego Christian se acercó hasta él y se dieron un abrazo.
Estaba muy sensible últimamente y eso yo ya sabía que se debía. Nadie sabía nada, simplemente lo sabía yo y pronto daría la noticia.
Nos sentamos cada uno en su respectiva mesa y empezamos a comer y a brindar, más a brindar que a comer.
-¿No vas a probar el champán, preciosa? -dijo Christian en mi oreja.- Está muy bueno.
-No, la verdad es que no me apetece -le dije sonriendo.
-¿Y eso? -dijo él inspeccionándome de arriba a bajo.- ¿Te encuentras mal?
-No, en realidad estoy mejor que nunca.
Él se acercó y beso mis labios muy tierno.
-Te quiero, Barbara. Y siempre lo haré.
-Yo a ti también, Christian. Siempre.
Paso un rato y todos ya habían terminado de comer y ahora tocaba la hora del brindis de los novios.
Me levanté y fui directa al escenario donde los músicos estaban tocando. Hablé con uno y le dije que por favor dejaran de tocar un momento.
-Buenas noches a todos -dije por un micrófono.- Primero de nada, quería agradeceros a todos por asistir en un día tan importante para nosotros -pare un momento por que todos gritaban y aplaudían.- Hoy es un día muy especial por que Christian y yo ya podemos decir oficialmente que somos marido y mujer. Ahora -dije haciendo un breve silencio.- Christian, quería hablarte a ti, personalmente. Gracias por todo este tiempo que hemos estado juntos, gracias por que me has roto todos los esquemas, gracias por demostrarme día a día lo mucho que me quieres, a mi y a nuestro pequeño, gracias por darme todo y más. Gracias por no rendirte nunca. Gracias por cuidar de Hugo como lo haces, gracias por luchar por nosotros. Te quiero con el alma -cuando termine de hablar todos aplaudieron y más de una persona lloraba, Christian se acercó a mi y me cogió la mano y le dejó un beso.- Una última cosa -todos me miraban esperando a ver que es lo que iba a decir.- Espero que sigas luchando por nosotros al igual que yo también lo haré -me giré hacia un lado para quedar de frente con él y le dije en un susurro.- Estoy embarazada.
Él me miro y no dijo nada, solo me miraba de arriba a bajo, no lo podía creer, empezó a llorar y me abrazó.
-Estás embarazada -dijo fuerte Chris llorando.
La gente lo escuchó y empezó a aplaudir y a gritar.
Un rato más tarde después de las felicitaciones por lo del segundo embarazo y por la boda, ya era hora de irnos, estaba muy cansada y en mi mente tenía pensado hacer otras cosas.
Nos despedimos de todos, cogí a mi hijo en brazos que ya estaba dormido y nos fuimos a casa.
Cuando lleguemos, Christian me cogió a Hugo de los brazos y lo llevó a su habitación.
Yo me dirigí hasta la nuestra, me quite mi vestido y me quedé en ropa interior y los tacones, empecé a deshacerme el peinado y cuando termine me gire y vi a Christian tumbado en la cama mirando.
-Puedes seguir, me gustan estas vistas, son las mejores que he visto en toda mi vida -dijo divertido.
-En ese caso, seguiré a lo mío -le dije juguetona.
Seguí quitando lo que quedaba en mi cuerpo muy lentamente, sabía que se estaba poniendo nervioso y por eso mismo lo hacía.
En un momento, lo tuve cogiéndome de la cintura y dejándome muy despacio encima de la cama.
-Me vuelves loco, morena -dijo el haciendo un recorrido de besos por todo mi cuerpo hasta llegar a mi barriga.
Su mano fue subiendo poco a poco, de mi pie hasta un lado de mis muslos haciendo círculos, yo cada vez estaba más húmeda y no podía más. Le suplicaba con los ojos que lo hiciera.
Él enseguida lo entendió y puso su lengua en mi clítoris, solté un gemido y él siguió lamiendo donde más me gustaba que lo hiciera.
Después de llegar al clímax solo con su lengua, sin pensarlo me penetro. Los movimientos eran suaves y ami me estaba matando, quería más, lo necesitaba. Como pude lo giré y me puse encima de el. Empecé a subir y bajar, así un rato hasta que los dos lleguemos al orgasmo, juntos, como siempre.
-Te amo preciosa, cada día que pasa me vuelves más loco, todavía más que el primer día en que te vi.
-Te amo guapo -le dije cerrando un poco los ojos.
-No te duermas pequeña, no aún. La noche es muy larga y pienso hacerte mía por lo menos dos veces más. Nunca me canso de ti y ahora mismo tengo sed de ti.

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El socio de papá.
Ficção AdolescenteBarbara 20 años. Christian 34 años. ¿Para el amor hay edad o simplemente es un número mas?