CAPITULO 38.-

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1 mes mas tarde...

Con Christian todo seguía bien, prácticamente vivíamos juntos en mi casa, ya que estábamos solos.

Mi padre llegaba hoy de su viaje y quedemos en que iría a recogerle yo para ir a comer juntos. 

Salgo de la ducha y voy a mi armario para escoger la ropa que me pondré. 

Arreglé mi pelo y me maquillé un poco, cogí mi bolso y busqué las llaves del coche para salir, había quedado en ir a ver a Christian a su empresa antes de ir a buscar a papá

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Arreglé mi pelo y me maquillé un poco, cogí mi bolso y busqué las llaves del coche para salir, había quedado en ir a ver a Christian a su empresa antes de ir a buscar a papá. 

El trabajo que tenía en su empresa ya había terminado por el momento, en un par de semanas debía volver para empezar con la decoración del interior. 

Me despedí de la nana y salí de casa. 

20 minutos mas tarde ya me encontraba subiendo por el ascensor de la empresa. Saludé a la secretaria de Christian con una sonrisa y entré en su despacho. 

No podía creer lo que mis ojos estaban viendo en esos momentos. Una mujer, sentada en las piernas de él a punto de besarle. 

-Perdón, no quería molestar, pensaba que estabas solo -dije sin más y salí por la misma puerta de antes. 

Acelere el paso y llegue al ascensor antes de que las puertas se cerraran. Escuché como él gritaba mi nombre pero no llegó a alcanzarme. 

Por un momento pensé en derrumbarme y llorar, pero ciertas cosas de mi pasado me hicieron tener un tipo de armadura clavada en mi piel, así quién quisiera hacerme daño no lo conseguía, por mucho que lo intentarán. Una armadura que él casi hace que se rompa, pero al final, ha terminado decepcionandome de la misma manera. 

No quería escuchar ninguna explicación, no quería ninguna escusa barata, no quería más. Simplemente seguir con mi vida. Por desgracia algo en mi si que se había roto, pensé que esta vez sería diferente, pensé que por una vez en mi vida algo podría funcionar, pensé, solo pensé que por un triste momento en mi vida algo pudiera ser real y verdadero. 

No lloré, simplemente me apagué una vez más. 

Ya me hicieron daño tiempo atrás, jugaron conmigo de la peor manera que se puede jugar y sin embargo volví a dejar que me jodieran otra puta vez. 

Pero no, esta vez se había acabado, esta vez no me volvería a ocurrir. 

Salí corriendo, sin pensar en la gente que me estaba mirando y sin mirar a nadie. 

Cruce la calle y sentí un golpe muy fuerte en mi cuerpo. 

A partir de ahí ya no recuerdo nada más. 

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Me dolía mucho la cabeza, no podía mover las piernas y por mucho que quisiera no lograba abrir los ojos. 

Solo veía una pequeña luz muy lejos y alguien acercarse a mi. 

-¿Mamá? -susurré.

-Hija, te he echado de menos. 

-Mamá... Estoy.. ¿Estoy muerta?

-No cariño, pero tienes que ser valiente. Ahora no puedes rendirte.

-Mama... -dije llorando.- Te echo mucho de menos.

-Y yo a ti mi pequeña, pero debes seguir con tu vida, eres fuerte cariño y puedes con todo y mucho más. 

-No lo soy mamá, te necesito a mi lado.

-Siempre he estado, estoy y estaré a tu lado Barbara. Justo aquí -dijo señalando mi corazón. 

-Te quiero mucho mamá -le dije abrazándole. 

-Y yo a ti princesa, muchísimo. 

Cerré los ojos por un momento y de golpe sentí como si todo este tiempo hubiera estado en guerra conmigo misma, como si no lo hubiera superado. Ahora que estaba en sus brazos sentía paz, tranquilidad... 

-Cariño, debo irme -dijo mamá. - Escúchame, nada es lo que parece, ¿lo entiendes? No dejes que nadie te aparte de su lado, no dejes que te hagan creer cosas que en realidad no son, confía en él, déjate querer, él lo hace como si no hubiera nadie más en este mundo, no hay nadie que le importe más que tú. 

-Mama, ¿de quién hablas? No te vayas por favor, no aún. 

Abrí los ojos y ya no estaba, me encontraba sola, esa maldita luz seguía allí y yo estaba llorando, sin saber hacía donde ir o que hacer. 

De golpe escuche una voz, una voz que reconocería a kilómetros de distancia. Esa voz, me pedía que volviera. Me pedía que regresará a su lado, y yo, por mucho que quisiera no podía. No podía moverme, no podía abrir los ojos, no podía hablar y decirle que le quería. 

De golpe me vinieron a la cabeza las palabras que me había dicho mamá hacía solo unos instantes. Él te quiere como si no hubiera nadie más en este mundo... 

Debía reconocer que yo también le quería, que le quería con mi vida, que después de papá él era lo más importante que tenía en mi vida. Que no quería que se fuera de mi lado. No quería separarme de él en ningún momento. Le quería a él y a todos sus defectos, que para mi eran perfectos. Le amaba, estaba enamorada y sí, lo reconocía y lo reconocería delante de quién hiciera falta. 

Esa maldita bruja me las pagaría, me las pagaría de verdad, por que yo en las malas puedo ser muy pero que muy mala. Nadie puede tocar lo que es mío, nadie puede ni siquiera pensar en besar lo que es mío y yo por supuesto no permitiré que eso ocurra, jamás. 

Christian es mío y yo soy suya, somos uno, nos complementamos. Sinceramente no sé en realidad por que salí corriendo de su oficina, debería de haber echado a esa tía, que todo lo que le rodeaba era plástico y pelo falso. 

De golpe sentí un pinchazo en el pecho y note como empezaba a faltarme el aire.  No podía respirar, estaba nerviosa, no quería morir, no sabía donde me encontraba ni como había llegado hasta allí, solo recordaba un golpe, muy fuerte y hasta ahora. Otro pinchazo en mi pecho me hizo reaccionar.

-Christian... -susurré muy flojo intentando abrir los ojos. 








El socio de papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora