CAPITULO 39.-

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-Christian... -susurré muy flojo intentando abrir los ojos. 

Sentí como alguien me cogía de la mano, pero por mucho que luchará por abrir los ojos, no podía. Por mucho que quisiera gritar con todas mis fuerzas parecía que me había quedado sin voz. 

Escuché la voz de Christian, hablaba con otra persona que no lograba reconocer, hablaban de mi, pero no escuchaba muy bien que es lo que decían.  

Sentía como si mi mundo se viniera a bajo a cada segundo que pasaba. Me sentía como si mi cuerpo ya no servia para nada. Empecé a escuchar un pitido y me estaba matando el dolor en mi cabeza. 

Uní todas las fuerzas que tenía dentro de mi y al final pude abrir los ojos. Por un momento una luz muy intensa atravesó mis pupilas, los cerré y abrí varias veces para adaptarme.

-Preciosa... -dijo Christian mirándome cuando ya pude abrir bien los ojos. 

-Christian, ¿que ha pasado? -le dije con la voz entre cortada, ya que no podía hablar muy bien. 

-Te atropellaron al salir de mi empresa, Barbara, me siento fatal. Todo es culpa mía -dijo él a punto de llorar. - Si no hubiera aceptado la reunión con Ashley, esto no habría pasado. Sé lo insistente que puede llegar a ser, sobretodo cuando quiere algo. 

-Escucha, yo no estoy enfadada contigo. Esto no es tu culpa y mucho menos tienes que sentirte mal por nada. De esa tal Ashley ya hablaremos cuando estemos fuera de aquí, ahora no es el momento.

Mi padre entró muy asustado y con la cara roja. Christian no dijo nada más, me soltó la mano y dejó que papá se acercara a mi. 

-Hija mía, por Dios. Pensaba que te perdía a ti también. Jamás, ¿me oyes?, jamás vuelvas a cruzar la calle corriendo y mucho menos sin mirar si venían coches -dijo él, abrazándome. 

-Papá estoy bien. Lo siento. 

-Te quiero, te quiero muchísimo hija mía. 

-Yo también te quiero papá.

Cuando pasó el médico y me contó que llevaba 3 días en coma, dormida y que pensaban que no despertaría me asombre tanto que me quedé sin palabras. No pensé que hubiera sido tanto tiempo. Me encontraba bien a parte de los golpes que tenía. 

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Christian no se separó de mi en ningún momento, no habíamos podido hablar de lo ocurrido ese día, sin embargo tampoco me apetecía. 

Me encontraba a solas con él en la habitación del hospital, ya que el doctor dijo que me quedaría un día más en observación y si todo iba bien hoy podría ir a casa. 

-Barbara... Yo nunca te haría daño, te quiero a ti y para mi eres la única mujer de mi vida -dijo Christian sorprendiéndome. 

-Lo sé. - Es lo único que dije. 

-Escucha... 

Nos cortó el médico entrando en la habitación. 

-¿Como te encuentras señorita?

-Mejor, ya no me duele tanto -le dije. 

- ¿Podrías dejarnos a solas un momento, Señor Fierro?

Christian le miró mal y entendí que no quería salir de allí.

- Estaré bien, Christian -le dije para que saliera más tranquilo. 

El doctor esperó hasta que vio salir por la puerta.

-Hemos estado revisando los resultados de las últimas pruebas hemos encontrado algo que nos ha sorprendido mucho Señorita Díaz. 

-¿Tengo algo malo? ¿Que me ha pasado? -dije nerviosa, jugando con los dedos de las manos. 

-Verás, pese al golpe que sufriste en el accidente, y la gravedad de los traumatismos, hemos encontrado que nos ha sorprendido, muy gratamente, ya que en estas situaciones no suelen sobrevivir. 

-¿Qué me está diciendo? -le dije frunciendo el ceño. 

-Está embarazada de un mes y medio Señorita Barbara.

-¿QUÉ? No puede ser, he tomado precauciones siempre,  no puede ser. 

- Si, puede ser. Es un método muy eficaz pero siempre existe una probabilidad de fallo. ¿No está feliz?

-Oh, sí, lo estoy. Solo es que no me lo esperaba así, tan de repente doctor. Pero por favor, no diga nada, yo misma lo contaré.

-Eso no lo dude Señorita, la privacidad de mis clientes es mi prioridad. 

Después de firmar los papeles de el alta y varias cosas más, me encontraba de camino a casa con Christian, papá se encontraba allí preparando la comida para cuando llegáramos. 

-¿Te pasa algo? Des de que hemos salido del hospital no has dicho ni una palabra -dijo Christian mirándome un momento, para luego volver la vista a la carretera. 

-No me pasa nada, estoy algo cansada. Nada más -le dije sin mirarle. 

En ese momento el puso su mano en mi pierna y enseguida me tense. Él lo noto y la quito sin pensarlo. 

-Verás Barbara, lo que viste ese día, no es lo que crees...

-Ya esta bien Christian, ahora no. Por favor, no me apetece discutir. 

No dijo nada más y continuó con su mirada fija en la carretera. 

Lleguemos a casa y papá me esperaba en la puerta con la nana con un oso gigante y un ramo de flores. 

Me pareció muy tierno por su parte y le sonreí. 

Bajamos del coche y abracé a papa y luego a la nana, la cual se alegró y me abrazo cien veces más y me lleno la cara de besos. 

Cogí mi osito y mis flores y entré en casa, lo dejé a un lado, en el comedor, luego ya lo subiría a la habitación. 

Nos sentemos a comer, cuando terminemos la nana recogió toda la mesa y papá subió a su despacho, dejándonos a Christian y a mi solos en el sofá. 

-¿Crees que serías un buen padre? -le solté sin más. 

-¿A que viene esa pregunta? -dijo el confundido. 

-Solo es una pregunta.

-Pues la verdad es que no lo se, supongo que lo haría lo mejor que pudiera nena, nadie nace enseñado. ¿Quieres tener un hijo? o ¿por que lo preguntas?

-Verás es que, no sé como decirlo.

-¿Decir el que? Me estás preocupando Barbara. 

-No es algo que yo haya buscado, no es algo que me venga bien, tampoco es algo que no quiera hacer y entenderé si quieres irte de mi lado cuando te lo diga...

-Suéltalo ya, me estoy poniendo nervioso. 

-Estoy embarazada.







El socio de papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora