Capítulo 30: Peligro.

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Desperté la mañana siguiente con un gran dolor de cabeza producido por el alcohol que tomé anoche, y todo por no querer verme débil ante el desafío de Elián.

Me volteé hacia mi costado por sentirme bastante incómoda ante la presión de una presencia junto a mí. Aún estaba muy adormilada y me costó reconocer la situación hasta que apoyé mi mano sobre el pectoral de alguien, de inmediato abrí los ojos en grande y me fijé que quien dormía a mi lado era nada más y nada menos que Elián.

–¡AAAH! –grité haciendo que se despertara escandalizado y lo empujé con todas mis fuerzas al suelo, el sonido hueco de su caída retumbó por la habitación y lo oí quejarse del golpe.

–Oye ¿Por qué gritas así? –se asomó a la cama mientras acariciaba su cabello. Lucía cansado y sus ojos azules eran difíciles de notar bajo sus párpados entrecerrados.

Estaba todo despeinado y no traía camiseta pero sí unos pantalones de pijama que reconocí.

Lo señalé espantada.

–¡¿E, eso es mío?!

Elián bajó la mirada a sus vestimentas y asintió apenas, como si no comprendiera la situación.

–¿Por qué demonios traes puestos mis pantalones? ¡¿Y dónde está tu maldita camiseta?!

Elián se pasó una mano por el rostro.

–Deja de gritar que estás por dejarme sordo.

–¿Cómo quieres que no grité? Estás en mi habitación semi desnudo –y me llevé las manos a la cabeza –Oh, por favor dime qué no tuvimos sexo.

Me miré de inmediato al reflejo del espejo que estaba más allá de mi cama pero solo lucía toda despeinada y vestía una camiseta negra bastante amplia para mi pequeño cuerpo.

–¿Esta es tu...?

Elián se puso de pie, estaba descalzo y lo primero que hizo fue acercarse al espejo para observar su rostro todo somnoliento.

–Me veo terrible –murmuró.

–Vampiro te estoy hablando –lo regañé.

–Sí, nos acostamos y tuvimos una maravillosa noche.

–¡¿Qué?!

Elián rió.

–No seas tonta, no tuvimos sexo ¿Acaso olvidaste lo que pasó?

–Claro que sí, por eso te pregunto.

El vampiro se volvió para verme y cruzó los brazos por debajo de sus pectorales, fue entonces cuando le di una mirada rápida a su torso desnudo sin poder ocultar mi cara de asombro, tenía unos abdominales tan asombrosos como sus bíceps o el tamaño de su espalda, es decir, tenía un cuerpo asombro sin duda.

Tragué saliva disimuladamente.

"No quiero decirlo cariño, pero creo que sí te hubiese gustado haber dormid..." Le grité a mi mente un "¡Cierra la boca!" mientras mis mejillas tomaban color.

–Nos embriagamos y acabaste por quitarte la camiseta cuando te traía a casa, luego la arrojaste por la ventanilla quedándote en sostén.

–¿Bromeas, verdad?

Elián negó lentamente y pude notar como traía un brillo burlón en sus ojos, sabía que estaba muy avergonzada con todo esto y disfrutaba de mi incomodidad.

Gruñí furiosa, tomé una almohada y me cubrí el rostro completamente con ella para gritar a través del algodón.

–Te puse mi camiseta y cuando llegamos a la vereda de tu casa me vomitaste los pantalones, así que tuve que tomar una ducha además de ropa limpia. Tus papás no estaban en casa y no podía dejarte sola por si te morías de un coma alcoholico, así que  me quedé y eso es todo.

Aiden.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora