Tengo ganas de ser feliz contigo

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El rancho Santa Margarita en California, el último lugar donde pensé que alguien como Abney llegaría a casarse, pero al final lo hizo, la veo a lo lejos, se ve muy hermosa, con su vestido blanco y un pequeño velo cuelga de su cabello recogido, se lo ha teñido negro, pero en las puntas puedo ver un toque color azul, Abney siempre ha sido así, a ella le encanta ser diferente.

Me termino mi copa de vino rosado y la dejo en la mesa, a mi lado están sentados algunos familiares de Todd, pero parece no importarles que estoy aquí. Todd pasa cerca de mí, lleva un traje negro muy elegante, es muy diferente al Todd que conocí en Miami, parece alguien más, alguien irreconocible.

Pero no le presto demasiada atención a ellos o a los detalles de la boda, solo veo la mesa que está cerca de un gran árbol, están varias amigas íntimas de Abney, pero para mí está el más importante, ahí está Brad, lo veo reírse y divertirse, él no me ha hablado y lo más seguro es que no lo quiera hacer.

—¡Elizabeth! —Me dice Abney y hace que me levante de mi silla.

—Hola Abney, felicidades es una boda hermosa.

—Lo sabía, la mayoría de las cosas las eligió Todd, él es perfecto para mí, pero muchas gracias por venir.

—Tenía que estar en este día tan importante contigo. —Le digo mientras le tomo las manos.

—Siento mucho que te hayas peleado con Brad, él no me platico todo lo que paso, pero espero que pronto vuelvan a ser los de antes.

—Muchas gracias Abney.

—Si quieres puedes ir a darte un paseo, el lugar aquí está muy hermoso, y así puedes tomar un poco de aire fresco, creo que te lo mereces.

—Es una buena idea Abney, lo pensare.

—Entonces te dejo porque necesito saludar a todos, nos vemos luego. —Me dice Abney y me da un beso en la mejilla.

Tomo el consejo de Abney y empiezo a caminar. Poco a poco veo la fiesta a lo lejos, y empiezo a ver arboles altos y flores de todo tipo, me acerco a una silla grande de madera y me siento, no hay nadie a mí alrededor, todo está tranquilo. Así me quedo unos minutos, pero escucho un ruido extraño, volteo y veo que alguien se viene acercando a mí, es Alexander.

—Hola. —Me dice Alexander.

—Hola. —Solo alcanzo a pronunciar eso.

Alexander se acerca y se sienta a mi lado.

—¿Qué haces aquí? —Le pregunto.

—Abney se ha casado, estoy en su boda.

—No creo que esa sea la razón, tú no la conoces muy bien. —Le digo incrédula.

—Tienes razón, no estoy aquí por su boda, estoy aquí por ti.

—¿Por qué?

—Creo que debemos de hablar, porque la última vez que te vi, dije cosas de las cuales me arrepiento, quisiera pedirte una disculpa.

—Alexander, la que se debe disculpar soy yo, yo fui la del problema.

—Elizabeth. Todos tenemos un pasado, y los dos cometimos el error de no hablar de él, yo nunca te platique de Cassandra al igual que tú nunca me dijiste algo sobre Ryan, pero aquella noche fui yo el que te juzgue mal. Yo no entendí la razón por la cual tú estabas con Ryan, él es un hombre casado y tú no hiciste lo correcto, pero eso fue parte del pasado.

—Yo te mentí, yo fui la culpable de todo, yo desde un principio debí de haberte dicho lo de él, y aun así lo seguí viendo, pasé tiempo con él en el hospital y yo... yo te mentí.

—Vengo a pedirte perdón, por haberte dicho tantas cosas malas aquel día y no haberte llamado las últimas semanas, simplemente necesitaba tiempo para pensar.

—No hay nada que perdonarte, porque tú no hiciste nada malo, tú siempre estuviste conmigo y me trataste de una forma excelente, tú y yo tuvimos la oportunidad de tener una buena relación pero yo perdí esa oportunidad al mentirte. Tú no te merecías eso. —Le digo a Alexander con algunas lágrimas en los ojos.

—Aun no has perdido la oportunidad.

Volteo a ver a Alexander sorprendida.

—Va a ser difícil, porque los dos cometimos errores, pero estoy seguro que con el paso del tiempo, todo será diferente, volveremos a ser los de antes, volveremos a ser... felices. —Me dice Alexander con una sonrisa.

—Tengo ganas de ser feliz contigo. 

Me acerco a Alexander, coloco suavemente mis manos en su nuca, y como si el mundo se detuviera lo beso suavemente, el me corresponde, empiezo a sentir sus suaves labios con los mios, es un beso sencillo, suave, y quisiera decir que realmente lindo.

Alexander se aleja de mi, y yo abro los ojos lentamente.

—Tengo una sorpresa para ti. —Alexander me toma de las manos, voltea hacia atras.

Volteo y veo una camioneta blanca a lo lejos, no puedo distinguir nada mas.

—¿De que trata?

—Sigueme. —Alexander se levanta y vamos caminado tomados de la mano.

Los dos avanzamos por el camino entre el hermoso pasto de el rancho, nos acercamos mas a la camioneta y se abre una de las puertas traseras. Es ahi cuando lo veo.

—¿Te gustaría subir?

—Me encantaría.

Subo a la camioneta, Alexander se queda y solo me da una gran sonrisa. Cierro la puerta y el chofer empieza a manejar.


Una segunda oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora