Son demasiadas preguntas

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Abro mis ojos lentamente, es difícil distinguir las cosas a mí alrededor, tengo la vista borrosa y estoy mareada. Trato de mantener la mirada fija, y poco a poco todo vuelve a tomar nitidez.

Estoy en un cuarto blanco, tardo tiempo en distinguir que estoy en un hospital.

—Elizabeth.

Escucho que alguien dice mi nombre pero no puedo ver quién es. Levanto mi cabeza unos centímetros y veo una joven mujer, va vestida de color azul.

—Elizabeth, ¿Cómo te sientes?

—Me duele. —Solo alcanzo a pronunciar.

—Elizabeth, estas en un hospital, has tenido un accidente automovilístico, pero estas bien. Yo soy tu enfermera

Trato de levantarme pero no puedo, veo mi mano derecha y me doy cuenta que tengo una intravenosa, volteo lentamente y veo una bolsa transparente con suero.

—¿Qué te duele Elizabeth? —Me pregunta la enfermera.

—Me duele...mi brazo izquierdo y... mi cabeza.

—No te preocupes, nos vamos a hacer cargo de eso. Por mientras te vamos a dar algo para que vuelvas a dormir, debes descansar.

—Pero yo no quiero dormir. —Le digo con voz baja a la enfermera, mientras ella camina por el cuarto buscando algo.

—Debes descansar Elizabeth.

La enfermera se acerca a mi lado derecho y empieza a inyectar algo cerca de la bolsita que tiene suero.

Poco a poco me siento más relajada, el dolor va disminuyendo y me quedo dormida.

Me despierto, no sé cuánto tiempo me he quedado dormida, levanto mi cabeza un poco y veo a alguien que está sentado en un sillón cerca de lo que parece ser una ventana. Trato de ver bien, es Alexander.

—Elizabeth, ¿Cómo te sientes? —Alexander se levanta y se acerca a mí

—Un poco mareada, pero estoy bien.

Veo llegar una enfermera, aunque no es la misma que recuerdo.

—¿Te sientes mejor Elizabeth? He venido a revisarte.

—Me siento un poco mejor que antes.

—Muy bien, voy a empezar tomando tu presión.

La enfermera toma un estetoscopio y un aparato que sirve para tomar la presión, que al parecer se llama esfigmomanómetro. Recuerdo que lo aprendí en alguna película... una película que vi con Brad.

—¿Dónde está Brad? —Pregunto momentáneamente.

La enfermera sigue tomando mi presión y no hace caso a mi pregunta.

—Alexander, ¿Cómo esta Brad? ¿Él estaba conmigo?

Alexander no contesta mi pregunta solo observa como toman mi presión.

En ese momento llega un doctor, quizá tenga unos 50 años ya que veo algunos cabellos blancos entre su cabello negro.

—Elizabeth, soy tu doctor, Damian Fletcher.

La enfermera termina su trabajo y le da una carpeta al doctor.

—Esta estable. —Y con eso ella sale de la habitación.

—¿Doctor que me paso? ¿Cómo me accidente? ¿Dónde?

—Esas son demasiadas preguntas señorita Haley, vamos paso por paso, usted tuvo un accidente automovilístico, la trajeron aquí y la mantuvimos dormida dos días.

—¿Dos días? —Pregunto con asombro.

—Si, tuvo varias contusiones en la cabeza y otros golpes en el cuerpo, pero por el momento se encuentra bien.

—Alexander, ¿Brad estaba conmigo? ¿Me accidenté cuando estaba con él? —Le pregunto a Alexander.

—Si Elizabeth. —Solo eso me contesta.

—Doctor, ¿Qué paso con Brad? ¿Está herido?

El doctor voltea a ver a Alexander, se ven por un instante pero no dicen nada.

—Se refiere al señor Mackenzie, ¿Cierto? —Le pregunta a Alexander.

—Si, es el Brad Mackenzie. —Respondo por Alexander.

De nuevo el doctor voltea a ver a Alexander.

—¿Qué está pasando? ¿Dónde está Brad? ¡Alguien puede contestarme! —Digo casi gritando, pero hace que me duela la cabeza.

El doctor acerca una silla a mi lado y se sienta en ella.

—Elizabeth, debes de ser fuerte, aún estas muy débil, pero creemos que es necesario que lo sepas.

—¿Dónde está Brad? —Pregunto con lágrimas en los ojos.

—El señor Brad Mackenzie falleció en el accidente. 

Una segunda oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora